los sistemas dispongan de toda la información que van a necesitar
para el cumplimiento de la misión asignada.
TRES NIVELES
Al igual que ocurre con otras disciplinas, la inteligencia militar se
encuadra en los clásicos niveles estratégico, operacional y táctico,
si bien en la actualidad la separación entre ellos no está claramente
definida por líneas fijas, sino que existen zonas de solape, ya
que una información que se obtenga en cualquiera de los niveles
puede interesar al resto. Por este motivo, se dispone de sistemas
de comunicaciones seguros para compartir la información entre todos
los niveles, de manera que la información esté disponible para
aquella autoridad que tenga necesidad de conocerla.
En el nivel superior, el estratégico, que como se ha mencionado
es donde se sitúa el CIFAS, se elabora la inteligencia militar para
satisfacer las necesidades prioritarias de inteligencia definidas por
el JEMAD, y como tal se trata de una inteligencia a largo plazo.
La inteligencia estratégica se emplea para desarrollar la política de
defensa, definir los objetivos estratégicos, facilitar el planeamiento
militar, así como para determinar indicadores de alerta, tanto en el
ámbito nacional como internacional. Debajo encontramos la inteligencia
operacional, empleada para contribuir a los planes operativos
y de contingencia, con una visión a medio plazo, y en la que el
CIFAS presta el apoyo necesario, en su ámbito, a las operaciones
que dirige, controla y coordina el Mando de Operaciones. Por último,
en el nivel más básico se sitúa la inteligencia táctica, que es la
que desarrollan las fuerzas desplegadas para cumplir las misiones
encomendadas en las zonas de operaciones a corto plazo.
Dado que, como decíamos antes, la inteligencia militar se dedica
a alertar sobre aquellas amenazas presentes en el entorno operativo
en el que las Fuerzas Armadas tienen que actuar, el marco de
referencia lo encontramos en la Estrategia de Seguridad Nacional
2021, que describe el mapa de los riesgos y amenazas a la Seguridad
Nacional con un enfoque que pone de relieve su dinamismo
e interdependencia.
El ritmo acelerado al que se desarrollan los acontecimientos
provoca que cada vez sea más importante disponer de inteligencia
con la antelación suficiente para apoyar en la toma de decisiones.
La inteligencia no es algo que se pueda improvisar, sino que debe
estar presente desde el principio. Se trata de un proceso continuo
de carácter permanente que se inicia antes de que se genere una
crisis. Para ello es fundamental emplear tecnología avanzada con el
fin de gestionar el ingente volumen de información obtenida en los
diferentes ámbitos y, además, hacerlo con rapidez. Pero la tecnología
también juega un papel primordial en la mayoría de las amenazas,
como destaca la Estrategia de Seguridad Nacional.
En este escenario tan complejo, en el que se acentúan las interconexiones
entre los distintos riesgos y amenazas, se necesitan
equipos multidisciplinares integrados por militares y civiles, que
puedan analizar los diferentes factores que caracterizan el entorno
operativo y además hacerlo en un ambiente con cada vez más
presencia de estrategias híbridas. Asimismo, la Estrategia de Seguridad
Nacional incluye a las campañas de desinformación en el
mapa de riesgos y amenazas, campañas que tienen como objetivo
generar confusión y socavar la cohesión social.
Para lograr cumplir su misión, el CIFAS cuenta con el apoyo del
resto de órganos de inteligencia pertenecientes a las estructuras
operativa y orgánica de las Fuerzas Armadas. Todos juntos forman
el Sistema de Inteligencia de las FAS (SIFAS), cuya finalidad es el
Septiembre 2022 Revista Española de Defensa 41