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dossier El adiestramiento individual y colectivo de las fuerzas aéreas debe ser lo más realista posible y cubrir todo tipo de situaciones en escenarios desde alta a baja intensidad, en ambientes degradados (entre los que priman los consabidos A2/AD19) e interactuando con todo tipo de dominios, ya sean estos terrestres, marítimos como sobre todo, y como novedad, cibernéticos y espaciales. A este respecto, se destaca la gran dificultad que existe en Europa de encontrar zonas de entrenamiento aire-aire y aire-suelo que permitan entrenar a las fuerzas aéreas según las necesidades y requisitos actuales y de futuro, sobre todo en ambientes A2/AD y con aviones de 5.ª generación. El desarrollo tecnológico actual y futuro nos incita (e incluso obliga) a incluir cada vez más y potenciar el entrenamiento con sistemas de entrenamiento en red tipo LVC20, que permiten exponer a nuestro personal a situaciones que no pueden reproducirse durante el entrenamiento real, a mucho menor coste y consiguiendo con ello alargar, por tanto, el ciclo de vida de los, ya caros de por sí, sistemas de armas de las generaciones actuales. Aun así, no podemos quedar en manos de la simulación, y se debe por tanto buscar el adecuado equilibrio entre el entrenamiento en condiciones reales y el del vuelo simulado, con una especial atención a las primeras etapas de formación de nuestros pilotos, en las que se considera que se debe priorizar la experiencia del vuelo real. Una vez más las iniciativas de pooling & sharing pueden proporcionar grandes ahorros, especialmente en el dominio de la formación y entrenamiento aéreo, desde escuelas de formación de caza, transporte y helicópteros21 hasta los centros de excelencia de adiestramiento avanzado de pilotos, como el Tactical Leadership Programme (TLP), el Centro Europeo de Transporte Aéreo Táctico (ETAC) e iniciativas similares. Mención especial tiene, a este respecto, la necesidad de disponer de la capacidad de utilizar fuerzas oponentes que simulen tácticas de aviones enemigos, o los famosos Red Air. Esta capacidad, combinada con la ya comentada capacidad de entrenamiento LVC, permite, a menor coste, mejorar la realidad del entrenamiento de muchos elementos combatientes, ya sean de las fuerzas aéreas, terrestres o navales. La creación de una unidad22 multinacional Red Air que dé servicio a distintas naciones es una iniciativa que podría dar frutos en el corto plazo, y ser de alta rentabilidad, permitiendo ahorrar los altos costes del empleo de aeronaves mucho más caras. Finalmente, existe una necesidad imperiosa y urgente de desarrollar más oportunidades para realizar ejercicios reales, para entrenar y verificar todas las capacidades de combate, incluyendo todos los dominios, y todos los escenarios potenciales. «Como te entrenes, combatirás» dice la máxima. ¿Desde hace cuánto tiempo no se desarrolla un ejercicio realista y con situaciones parecidas al combate, en el que se entrena todo el sistema y capacidades aeroespaciales (LIVEX), y en entorno conjunto/combinado? Sería una magnífica oportunidad para ejercitar, por ejemplo, toda la estructura C4ISR23, sensores, lanzadores, así como a todas las tripulaciones participantes, RPAs, control de misiones, targeting y evaluación de daños (BDA24). Todo ello es esencial para preservar un alto estado de preparación y disponibilidad y el adecuado nivel de preparación para ejecutar la misión, con el efecto disuasorio que ello produce. COROLARIO: JUNTOS PERO NO REVUELTOS La operación en coalición es un hecho. Lo hemos visto en los conflictos del siglo pasado, en los de este siglo y todas las prospectivas sobre entornos de seguridad futuros nos dicen lo mismo. También la experiencia nos dicta que el poder aeroespacial se manifiesta como elemento clave para evitar conflictos o resolverlos con la máxima rapidez, eficacia y menor pérdida de seres humanos. Mientras la creación de una fuerza aérea supranacional sea una realidad, estamos obligados a seguir trabajando juntos, desinteresadamente, En vuelo con el aerofreno 192 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Marzo 2018


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