T R O P A S D E M O N T A Ñ A
Infierno Blanco / 13
Otro de los grandes retos de la Dirección, era la necesidad de
disponer de una estructura CIS robusta y un adecuado apoyo
logístico acorde al volumen de personal y medios que se movilizaban.
Los medios CIS fueron aportados por el Regimiento
de Transmisiones 21, quien, para disponer de un control
adecuado de las Unidades desplegadas, debió dar solución a
los problemas de enlace que provoca la montaña. La logística
coordinada desde DISTAFF, al no disponer de un Grupo Logístico
propio, descansó en instalaciones fijas en varias fases
del ejercicio.
El Control de Ejercicio (EXCON) debió materializar dos Células
de CG superpuestas para dar solución a las necesidades
del nivel táctico y las del nivel operacional. Reto exigente,
teniendo en cuenta el escaso número de personal que formó
parte del mismo.
Por otra parte, se debía partir desde zonas de actuación ajenas
al conflicto escenificado, de forma que se comprobase la
capacidad de movilización y Respuesta Inicial. La Sierra de
Cameros en La Rioja fue el lugar escogido.
La situación COVID fue otra limitación a tener en cuenta.
Tanto la dirección del ejercicio como las unidades ejecutantes
debían mantener el distanciamiento correcto entre varias de
las medidas de protección. En este sentido, la compartimentación
del terreno en montaña fue una aliada.
Sin lugar a dudas, el mayor reto consistió en coordinar e integrar
las diferentes unidades en los entornos de actuación correctos.
En todo momento, se tuvo presente la premisa de que
la integración de capacidades tan diversas es un multiplicador
de la potencia de combate; pero la asunción de cometidos
ajenos para los que no se esté preparado puede llegar a anular
y dejar inoperativas a las Unidades. Máxime, en una montaña
invernal que no permite errores. Esta idea motivó la necesidad
de localizar los escenarios adecuados para explotar al
máximo las capacidades de cada uno. Los exigentes terrenos
del pre-Pirineo debían ser el escenario para la infiltración y el
salto de la Brigada Paracaidista, obteniendo información de
vital importancia para las siguientes fases. El abrupto y no
siempre fiable terreno invernal de Tendeñera, con sus bajas
temperaturas y muros a 2.500 metros de altitud, en el Pirineo
oscense, sería el marco de actuación de las patrullas de información
de la Compañía de Esquiadores y los valles, brechas
y collados de esta sierra verían el despliegue de los cazadores.
“Al otro lado de la colina”, en el Valle de Otal, las Patrullas de
Operaciones Especiales, darían respuesta a las necesidades
de nivel operacional. Sobre todos ellos, y como medio aglutinador
se encontraban las Fuerzas Aeromóviles, permitiendo
el transporte de tropas, evacuaciones, asaltos aéreos en montaña
o apoyos de fuego cercano (CCA) coordinados por las
fuerzas de cazadores sobre el terreno.
El esfuerzo exigido al RICZM “América” 66, unidad ejecutante
y a la vez dirección del ejercicio, fue de un alto nivel; pero no
menor que el exigido al RICZM 64, quien inmerso en los preparativos
de la operación Libre Hidalgo, aportó una pequeña
Unidad de Apoyo Logístico, la Dirección de la Evaluación, las
patrullas de la Compañía de Esquiadores y la necesaria Fuerza
de oposición, que moviéndose de forma inopinada, dio realismo
a las incidencias.
Por último, se buscó una política de comunicación pública activa,
de forma que durante la ejecución del ejercicio se pudo
disponer de fotografías, vídeos y entrevistas publicadas en
medios sociales, casi en tiempo real.
Infierno Blanco ha sido el primer ejercicio principal de la división
San Marcial, enmarcado en el terreno más difícil en el
que se puede desplegar. No hay que olvidar, que, en montaña,
el individuo se enfrenta a la más exigente escuela de liderazgo.
Tanto la dirección del ejercicio como las audiencias que lo
ejecutaron se han enfrentado a situaciones inciertas y complejas
dando respuesta a las mismas de forma eficaz.
Ignacio Boudet Marín
Col. Jefe del RICZM “América” 66