803 Editorial

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Editorial Seguridad de Vuelo: prevención de accidentes, obligación de todos A finales del mes de septiembre el jefe de Estado A Mayor reiteraba a los jefes de mando y unidad la importancia de la seguridad de vuelo en el Ejército del Aire, componente indispensable de nuestra «mentalidad aviadora». Durante el encuentro se abordaron también algunas de las dificultades a las que nos enfrentamos y con las que, inexorablemente, debemos contar a la hora de entender la seguridad como un todo complejo. El Ejército del Aire ha cambiado mucho en los últimos años: es un elemento primordial para la seguridad y la defensa, con un peso en las FAS que no tenía en décadas anteriores, pero también, en virtud de los medios que emplea y de la especialización que requieren, es el ejército que más depende de la tecnología y, por lo tanto, de formar y mantener a un personal altamente cualificado y motivado. Los efectos de la crisis, sin embargo, han impedido que nuestro crecimiento haya sido el adecuado y ello se hace notar tanto en el recurso humano (a pesar de la variedad y permanencia de nuestras misiones, seguimos aportando únicamente el 17 % del personal de las FAS, porcentaje que en otros países europeos se eleva al 24), como en el recurso de material, con flotas más antiguas, más costosas de sostener y que es necesario modernizar al ritmo adecuado. El Ejército del Aire está realizando un tremendo E esfuerzo día a día para capear el temporal y seguir siendo ejemplo para nuestra sociedad de profesionalidad y trabajo bien hecho. Gracias a este sacrificio diario, el Ejército del Aire ha mantenido la mayoría de sus capacidades y está en disposición de recuperar aquellas que ha perdido o de implementar otras que ya están llegando, como la vigilancia espacial o los RPAS. Se están cambiando tendencias y debemos ser optimistas de cara al futuro, porque el Ejército del Aire es y será una herramienta decisiva en la resolución de cualquier conflicto. Es en estos momentos, en los que ya empieza a hacerse patente el extraordinario esfuerzo que hemos realizado para seguir cumpliendo con nuestra misión, cuando más concentrados debemos estar en mantener los más altos estándares de seguridad de vuelo. La seguridad en vuelo, en tierra, paracaidista o en el manejo del armamento no es, como bien dice nuestra normativa, una limitación, sino un potenciador de la operatividad que nos permite llevar a cabo el adiestramiento en condiciones similares a las que encontraríamos en un conflicto real, garantizando que nuestras tripulaciones vuelven a la base en perfecto estado después de cada vuelo. Con el objetivo de conseguir que nuestra única preocupación en la realización de la actividad aérea sea la misión en sí, ya se están tomando medidas para revertir la situación creada por la profunda crisis a la que nos hemos enfrentado. Para ello, se ha dado la orden de eliminar progresivamente las medidas de austeridad, racionalizar y ajustar el número y calidad de los ejercicios al nuevo escenario de personal, estabilizar la programación y encontrar soluciones para incrementar el número de tripulaciones en las unidades. Sin embargo, no se debe restar importancia a un hecho dramático para el Ejército del Aire: los accidentes aéreos. La pérdida de aeronaves y material, S junto con la disminución de operatividad que conlleva, aun siendo factores críticos en cualquier situación, lo son más en el momento actual. Sin embargo, no son nada en comparación con cada vida que se pierde, que nos arranca una parte de nuestra familia, la familia aviadora. El Ejército del Aire no se puede permitir perder así a ninguno de sus miembros. El Ejército del Aire sirve a todos los españoles, pero los que vestimos su uniforme somos quienes lo hacemos posible. Todos aceptamos una gran responsabilidad cuando emprendemos nuestra misión y todos entendemos las consecuencias que, en ocasiones, se derivan de una actividad que conlleva riesgos. Por eso, debemos exigirnos más que los demás en aras de prevenir los accidentes aéreos: más liderazgo, siendo los jefes de unidad y de escuadrón ejemplo y guía constante para todos sus subordinados; más rigor, obligando y obligándonos siempre a alcanzar la perfección mientras cumplimos las normas y procedimientos, y más precisión, empleando todos los medios a nuestro alcance para ser, cada día, mejores aviadores. Como mencionaba el JEMA a los jefes de unidad: «Sigamos trabajando con la misma dedicación, profesionalidad y esfuerzo que ha caracterizado siempre a nuestro Ejército del Aire y, de esta manera, seguiremos manteniendo el prestigio que nuestro Ejército siempre ha tenido y tiene». REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Noviembre 2018 803


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