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dossier CONCLUSIONES Tras décadas de falta de iniciativa en el sector industrial europeo de aeronaves de combate, nos encontramos ante una etapa apasionante. Los proyectos por un lado franco-alemán y por otro del Reino Unido pretenden afrontar el reemplazo de los sistemas de armas Eurofighter y Rafale en el entorno temporal de 2035-2040. Ambas opciones pretenden dar respuesta a la necesidad operativa de afrontar los futuros escenarios de operación, pero al mismo tiempo garantizar, en una reñida competencia, una posición de liderazgo tecnológico. En suma, alcanzar las capacidades anteriormente citadas de estos futuros sistemas de armas va a requerir un salto tecnológico cualitativo que implicará numerosos retos industriales, que para llegar a buen fin, necesitará de importantes apoyos gubernamentales, y que movilizará, sin duda, a un sector estratégico como es el de la industria de la defensa. En España partimos de una situación similar a la de Alemania, Francia o Reino Unido. A corto plazo habrá que encontrar una solución al reemplazo de los F-18, a medio plazo continuar con la evolución del Eurofighter y a más largo plazo planificar su sustitución. Esta última necesidad podría encajar en uno de los proyectos europeos anteriormente citados. No debemos dejar pasar la oportunidad de sumarnos a estas iniciativas. No subirse a este tren produciría un doble efecto negativo. Por un lado la imposibilidad de influir en el desarrollo de capacidades del sistema de armas de combate aéreo de nueva generación para que se adapte a nuestras necesidades operativas y por otro lado relegar a la industria nacional a un papel secundario en el desarrollo de nuevas capacidades tecnológicas. Nuestro país cuenta con un potente sector industrial de la defensa. La cifra de negocio en el sector de defensa ha sido en 2015 de 5.891 millones de euros, facturando en el exterior algo más del 83 % del total. Su importancia y apoyo institucional está reflejado en la Estrategia Industrial de la Defensa (EID-2015) enfocada a la «potenciación de la Base Industrial Tecnológica de la Defensa (BITD) como una capacidad operativa estratégica más de las Fuerzas Armadas. Una BITD capaz, eficiente y sostenible orientada a aquellas capacidades industriales de mayor valor estratégico para la defensa». n Phantom Ray junto a un Eurofighter británico. (Imagen: Boeing) REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Noviembre 2018 863


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