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F-15C lanzando bengalas. (Imagen: USAF) soluciones, manteniéndose al día mediante tanto la integración individual de equipos state of art de forma continua como a través de ambiciosos programa de modernización tanto a nivel estructural como de equipos que le permitirán mantenerse operativo hasta aproximadamente, el año 2040, cumpliendo para entonces unos 70 años de servicio ininterrumpido. Así, y pese a la irrupción de cazas e interceptores más modernos y de capacidades más que probadas, tanto occidentales como orientales, el F-15C está considerado aún hoy ya sea por su merecido historial de servicio, ya sea en un sentido puramente subjetivo y pasional, o quizá por ambos factores, como el avión de supremacía aérea por excelencia a pesar de sus evidentes carencias ya sea en cuantía de armamento que es capaz de llevar en sus pilones (máxime cuando se los compara con aviones de combate más actuales, como el Eurofighter o la familia Flanker) o con respecto a su, hoy en día, baja capacidad de penetración en un hipotético espacio aéreo enemigo altamente defendido, esto último al compararlo con el avión que estaba destinado a reemplazarlo, el F-22 Raptor. A pesar de ello, su configuración aerodinámica, alta relación empuje-peso y una actualización paulatina y constante de sistemas de aviónica, autodefensa y de búsqueda y designación de objetivos le permiten, aún hoy, ser la punta de lanza tanto de la USAF como de la totalidad de sus operadores. La entrada en servicio de la variante multimisión Strike Eagle no vino sino a incrementar la versatilidad de este formidable avión, siendo un éxito quizá aún mayor que la versión original, y en definitiva, el referente bajo el que, hoy en día, el programa continúa vivo. Las últimas variantes desarrolladas para Arabia Saudí y para Catar en las que se han aumentado las estaciones de armamento y dotado al avión de sistemas state of art, así lo demuestran. De ser ciertas y contrastadas las necesidades de la USAF a medio plazo, no serán sin embargo las versiones de Arabia Saudí o Catar las más avanzadas en servicio; muy al contrario, será la USAF la que disponga de ella, mediante la incorporación a sus activos de la variante que en el momento de escribir estas líneas se conoce simplemente como X. Esta, de existir finalmente, incrementará dramáticamente la cuantía de armamento montado en el avión, pudiendo incluso actuar a modo de dispensadores de munición para los F-22 y F-35, cuya cuantía de armamento aire-aire es, en líneas generales, inferior a la del F-15 original (y bastante inferior en el caso del F-35). Gracias a ello, en un hipotético teatro de operaciones en sus primeras fases contra una potencia que dispusiera de un gran número de efectivos aire-aire de última generación y en el que no se hubiera logrado la supremacía aérea, los Raptor y los F-35 serían piezas clave, pudiendo, gracias al empleo de sus sensores y sus características furtivas, penetrar en el espacio aéreo enemigo, designando con plena efectividad las potenciales amenazas aéreas, que serían atacadas por los F-15X empleando su superior cuantía de armamento. E incluso aunque esta no fuera la función a la que estuviera destinado, la compra de esta variante, tanto si se destina a sustituir a la actual flota de la variante C como si simplemente se adquiere como activo adicional, supondría para la USAF un incremento más que notable de su capacidad ofensiva tanto en misiones aire-aire puras como en aire-suelo. En definitiva, el p rograma F-15, contrariamente a lo que se pensaba hace ya cerca de 20 años, está más vivo que nunca. n 934 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Diciembre 2018


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