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El 43 Grupo de Fuerzas Aéreas es una de las unidades más populares del Ejército del Aire. Su labor de extinción de incendios forestales en los meses de verano es bien conocida, además de su función de salvamento y rescate. Sin embargo, son pocos los que conocen qué es lo que hacen los hombres y mujeres del 43 el resto del año. Desde primeros de mayo hasta bien entrado el mes de octubre dan el cien por cien de sus capacidades. Todo el personal de la unidad esta operativo, salvo causa de fuerza mayor, y dispuesto para atacar al fuego desde el aire allí donde se produzca. Desde Santiago de Compostela a Pollensa, en la isla de Mallorca, o desde Zaragoza a Málaga, los apagafuegos se reparten por toda la geografía española en destacamentos de uno, dos o tres aviones. LOS RIESGOS DE ENFRENTARSE AL FUEGO Los aviones de 43 Grupo de Fuerzas Aéreas atacan al fuego donde las dotaciones de tierra tienen difícil o imposible acceso. Además, lo hacen con mayor efectividad que estas. Las tripulaciones manejan detalles de puntos de carga de agua como embalses, costas, lagos o ríos, buscando los más cercanos al fuego, pero siempre en condiciones de seguridad. Sus maniobras conllevan un gran riesgo, al no existir controlador aéreo en la zona y no disponer los pilotos de datos precisos de vientos, meteorología, etc. en la zona. Además de la existencia de obstáculo naturales o construidos por el hombre, como cables de tendido eléctrico. El avión carga a través de unas sondas en doce segundos a una velocidad de sesenta nudos. Una vez realizada la carga de agua y mezclada con el espumante o retardante, cuando es necesario, llega el momento de enfrentarse al fuego. En ese momento las tripulaciones se enfrentan a condiciones nada fáciles. El humo dificulta la misión, riesgo que se magnifica en terrenos escarpados. Las montañas, además, pueden obligar a los aviones a volar a alturas desde las que las descargas pueden no ser todo lo efectivas que se desearía. Por si todo esto fuera poco, el fuego calienta el aire, lo que provoca imprevistas corrientes y turbulencias que el avión debe sortear. Las descargas son realizadas a alturas de entre veinte y cincuenta metros, incluso menos si el terreno lo permite y se pueden realizar en dos lanzamientos o en uno solo. En unos segundos el avión pierde el veinte por ciento de su peso. El tiempo de misión del 43 Grupo normalmente ronda las cuatro horas y media, en las que pueden hacer entre veinticinco y cincuenta descargas como media, según el modelo de avión. n 962 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Diciembre 2018


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