I N F O R M E
Estrategias de Defensa Nacional frente a
AMENAZAS BIOLÓGICAS
INTENCIONADAS
Informe basado en el trabajo fin de curso presentado por los autores* en el XLIII
Curso de Defensa Nacional del CESEDEN (noviembre de 2020)
DESDE principios del siglo XX, la proliferación y el
desarrollo de las denominadas «armas de destrucción
masiva» (ADM) ha condicionado el pensamiento
estratégico de la mayoría de países. Dentro
de ellas se incluyen las de tipo nuclear, químico
y biológico (Resolución 687 de Naciones Unidas de 1991). Las
armas biológicas son aquellas que emplean fundamentalmente
patógenos como herramienta bélica o con fines terroristas. Entre
los agentes biológicos se encuentran bacterias y virus, naturales o
recombinantes, hongos y parásitos, y otros organismos causantes
de plagas (moscas, mosquitos, etcétera), siempre que se empleen
como vectores de diseminación, así como todos los productos de
naturaleza tóxica que se deriven de ellos (toxinas), capaces de
ejercer efectos lesivos, incapacitantes o letales sobre los seres
humanos, los animales o las plantas.
Frente a posibles ataques intencionados con este tipo de armas,
las Estrategias de Defensa Nacional deben contemplar
subestrategias propias de prevención, protección, persecución y
respuesta frente a estas amenazas.
PREVENCIÓN
España, como otros países aliados, es consciente de la preocupación
frente a la amenaza real del terrorismo y de la proliferación de
las ADM, algo que reconoce el Estado al incluir estas amenazas
en la Estrategia de Seguridad Nacional. Esta inclusión establece
unas políticas de acción estratégicas encaminadas a proteger a
la población, entre las que se pueden mencionar: cooperación
activa con los países aliados y fortalecimiento de los tratados internacionales;
planes nacionales de prevención de la proliferación
y mitigación de riesgos; control de exportaciones de productos y
materiales de doble uso; potenciación de las medidas para combatir
las transferencias intangibles de conocimiento, tecnología,
bienes y equipos; o la limitación de la proliferación de misiles de
largo y corto alcance, susceptibles de ser utilizados para el lanzamiento
de ADM biológicas.
Entre las estrategias de prevención de estas amenazas destaca
el relevante papel de la Convención para la Prohibición de las Armas
Bacteriológicas y Toxínicas (CABT), firmada en 1972, aunque
su aplicación comenzó el 26 de marzo de 1975. En la actualidad, a
febrero de 2021, cuenta con 183 Estados Partes, incluida España,
cuatro Estados que la han suscrito, pero no la han ratificado, y
otros diez Estados que nunca han suscrito el Tratado. Esta Convención
no posee ningún mecanismo de verificación, por lo que su
respeto y cumplimiento por parte de los Estados depende de su
buena voluntad.
La cooperación internacional contra la proliferación de ADM
también juega un papel clave en el control de la circulación ilícita
en el mercado de material biológico. A finales del siglo XX, España
se sumó al sistema de no proliferación, convirtiéndose en Estado
Parte de todos sus tratados, exhibiendo de este modo su compromiso
con el principio de responsabilidad compartida.
Para subsanar el «efecto secundario» del libre comercio, la
globalización de los mercados y directamente la iniciativa privada,
los países han desarrollado instrumentos de fiscalización de
las exportaciones, cuyo objetivo es detener la venta y compra de
armamento sofisticado, tecnologías afines y material de doble uso.
Así, han surgido, por ejemplo, el Grupo de Australia (1984) o el
Arreglo de Wassenaar (1993). En su conjunto, representan los límites
y fronteras que los criterios de seguridad permiten sostener
al principio del libre comercio.
PROTECCIÓN
En relación a los agentes infectocontagiosos, los últimos documentos
de las Estrategias de Defensa Nacional abordan cada vez con más
énfasis la posibilidad del empleo de este tipo de agentes para cometer
acciones terroristas o agresiones de gran impacto en nuestro país.
48 Revista Española de Defensa Mayo 2021