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Tomando como punto de partida la curiosidad y la creatividad, siempre ha habido personas que se han dedicado a inventar. Sus grandes limitaciones siempre han sido poder contar con los conocimientos, los materiales y las herramientas necesarias para construir sus sueños. La novedad consiste en que nunca ha sido tan fácil obtener la información, que está disponible en la red casi para cualquier aspecto del conocimiento humano. Quien disponga de un acceso a internet tiene una ventana de acceso a la biblioteca de Alejandría moderna o a la tertulia de los más insignes sabios. Recuerdo que en mi infancia en una pequeña ciudad de provincias era muy difícil encontrar materiales para cosas tan elementales como hacer maquetas de aviones. La madera de balsa o adhesivos para plásticos eran casi inaccesibles o muy caros. Hoy la red es también un catálogo enciclopédico y una tienda donde encontrar cualquier cosa, muchas veces a precios muy asequibles que incluyen el transporte hasta la puerta de casa. Finalmente, la tecnología nos proporciona hoy en día herramientas de precisión como impresoras 3D o cortadoras láser para poder dar forma a nuestras ideas a precios asequibles. Para aquellos cuya economía no les permite disponer de ellas, hay otras opciones, como los FabLab. Se trata de espacios donde se pueden compartir elementos de alta tecnología a precios económicos o como servicio público. Cada vez más bibliotecas públicas o centros cívicos incluyen entre sus servicios este tipo de talleres comunales, que a su vez sirven de semilleros donde crecen proyectos y se comparten conocimientos. La consecuencia es que la alta tecnología está cada vez más al alcance del hombre de la calle. Aquel que disponga de la habilidad y el tiempo suficiente puede acometer tareas sorprendentes. La Maker Faire ha sido una buena muestra de ello. Tuve ocasión de ver allí ideas fantásticas llevadas a la práctica, como un microscopio electrónico construido con piezas de Lego y algunas piezas electrónicas compradas por internet. Un instrumento del que solo podían disponer equipos de investigadores con una gran financiación, ahora puede estar por unos cien euros al alcance de una clase de estudiantes de bachiller. Diseñadores de máquinas para reciclar plástico y crear hilo para impresoras 3D, fabricantes de juguetes con madera y piezas de plástico impresas en casa, creadores de robots de cartón, cuya estructura se hace con la caja que contiene las piezas electrónicas, impresoras 3D gigantes, robots acuáticos y antropomórficos, ropa fabricada con telas hechas de materiales reciclados o nanosatélites de andar por casa antes de salir al espacio. ¿Que diferencia a los seguidores de esta tendencia de los friquis de toda la vida? 702 RREEVVIISSTTAA DDEE AAEERROONNÁÁUUTTIICCAA YY AASSTTRROONNÁÁUUTTIICCAA // SSeeppttiieemmbbrree 22001188


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