entrevista
Armadas, depositario de valores y de
derechos, con una gestión absolutamente
diferenciada de la de cualquier
otro recurso, y que normalmente requiere
de plazos amplios para la materialización
de cambios profundos. Es
imprescindible preservar esos valores
de nuestro personal, porque constituyen
la piedra angular del compromiso
con la Defensa de España y de nuestros
aliados y con la seguridad
y bienestar de nuestros
compatriotas, como se ha
hecho patente a lo largo de
la crisis derivada de la pandemia
del COVID-19 y en
las operaciones en las que
participamos.
—¿En qué aspectos
deben evolucionar los militares
en los próximos
años?
—En el ámbito del personal
debemos tener en
cuenta que, así como muchos
de los sistemas de
armas y organizaciones
del 2035 no existen aún,
los oficiales generales del
2035 ya son comandantes,
y los futuros capitanes
y sargentos primeros ya
han ingresado en nuestras
academias. Pero, al mismo
tiempo, el entorno operativo
y la sociedad cambian,
por lo que es necesario que
el personal también evolucione
y se adapte para
dar una respuesta eficaz a
lo que necesitan las Fuerzas
Armadas. Por eso, es
importante el estudio de
medidas de revisión del
régimen de personal que
incrementen la flexibilidad
y disponibilidad del recurso humano
para adaptarse a las necesidades operativas,
incidiendo, entre otros aspectos,
sobre la gestión, la captación y
retención de talento, la formación, el
trasvase entre especialidades, la optimización
de estructuras, las formas de
vinculación a las Fuerzas Armadas, el
personal en reserva, el personal civil y
la externalización.
—¿Qué capacidades van a ser más
necesarias en las operaciones militares
del futuro?
—El desarrollo de capacidades estará
orientado a alcanzar los objetivos de
la política de defensa. En este sentido,
la Directiva de Defensa Nacional indica
que es necesario garantizar la credibilidad
de la Defensa Nacional, base de
la disuasión y condición indispensable
para una contribución e integración
multilateral eficaz. Esta credibilidad
se fundamenta en la disponibilidad de
unas capacidades operativas que garanticen
un nivel razonable de defensa
autónoma y que permitan ejercer un
grado de influencia fuera de nuestras
fronteras, de manera proporcional al
peso e intereses de España como país.
En primer lugar, la apuesta de las Fuerzas
Armadas es ser una organización
eficiente, ajustada a las necesidades y
posibilidades de España, potenciando
para ello la acción conjunta apoyada
en capacidades de alto rendimiento,
con una estructura de mando ágil e interoperable
con los demás actores del
Sistema de Seguridad Nacional y con
nuestros aliados.
También hay que tener en cuenta
que algunas de las capacidades
futuras ya están actualmente
en desarrollo, como el
EF-2000, el A400M, el helicóptero
Tigre, el VCR 8x8
o las fragatas F-100. Y otras
están en fase conceptual
como el FCAS, el sistema de
entrenamiento integrado del
Ejército del Aire, el BAMIS
o el sistema de mando y
control terrestre.
Por otra parte, de acuerdo
con los estudios de prospectiva,
tanto nacionales
como en la Unión Europea
y la OTAN, apuntan al desarrollo
de capacidades que
garanticen la libertad de acción
ante acciones A2/AD,
preservar el espacio electromagnético
y el ultraterrestre,
ataques aéreos, municiones
stand-off, apoyos de fuego
terrestres de largo alcance
(cohetes y munición de precisión),
operaciones especiales,
ciberdefensa, guerra electrónica,
guerra antisubmarina,
NBQ-R y defensa contra misiles
balísticos, basada en tierra
y en plataformas navales.
Por tanto debemos realizar
un esfuerzo modernizador
continuado, necesario
para adaptarnos y ser competitivos
en el futuro entorno
operativo, y que debe permitir un
equilibrio entre la adquisición de nuevas
capacidades con el sostenimiento
de las existentes, de manera que, en
ningún caso, nuestras aspiraciones
futuras comprometan la capacidad de
hacer frente a nuestros compromisos y
misiones en el presente.
Víctor Hernández y José Luis Expósito
Fotos: Pepe Díaz
18 Revista Española de Defensa Diciembre 2020