ENTREVISTA
policía militar, fue una experiencia muy
especial. De hecho, a veces la vida te enreda
60
un poco y yo creo que me estaba preparando
para el accidente, un año después,
porque allí aprendí muchas cosas a
nivel humano y, sobre todo, creo que fue
un proceso de maduración para mí.
Después, sufrió el accidente y tuvo
que dejarlo… Sí. Había que reinventarse.
Cuando yo estaba en el hospital después
de 14 días en coma, tenía muy claro que
lo que había sido mi trayectoria como soldado
se había terminado. Desde pequeño,
mi pasión real había sido la historia y
estaba seguro de que en cuanto pudiera
levantarme de la cama iba a empezar esa
carrera. En octubre de 1997, empezaba
mi primer curso de la licenciatura.
¿Por qué eligió historia? Cuando tenía
7 años, me regalaron un libro que no
era para niños, pero fue una casualidad
afortunada. Se llamaba La Anábasis, de Jenofonte,
un autor griego, del siglo V a.C.
que era soldado, además de historiador.
Cuenta la aventura de unos mercenarios
griegos y su intento de volver a casa a través
de medio mundo. Aquella historia se
me quedó grabada y a esa edad me convertí
en lector compulsivo de historia.
Precisamente, ¿cómo se inculca a un
niño la historia? La historia es vida y continuidad.
Si se sabe contar, siempre va a
ser atractiva y fascinante. Estos mercenarios
griegos del siglo V a.C. eran igual que
nosotros: tenían las mismas actitudes y
sentimientos, había heroísmo, pero también
envidia, ambición… El ser humano
es constante, pero cambian las cosas, las
armas, los equipos o el paisaje. Si sabes
contar una historia y hacerla presente, el
pasado siempre te va a preparar, te va a
enseñar algo, pero hay que saber hacerlo.
Desgraciadamente, la historia ha sido durante
mucho tiempo un cúmulo de datos
y fechas que nos dejaba indiferentes, porque
los historiadores no sabíamos trasladar
lo que es su vitalidad, es decir, ese
pulso, el que realmente te sientas dentro
de un tiempo o de un hecho histórico.
Cuando leí aquel libro, me sentí compañero
de esos mercenarios para los que