CONOCER A...
Con tan solo 11 años descubrió el
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apasionante mundo de la pintura.
Fue su padre, propietario de una
cafetería en La Coruña, quien supo ver en
él un talento innato para el arte. Le compró
sus primeros óleos y le puso en contacto
con el pintor gallego Juan Piñeiro, su
primer maestro.
Aquellas pinceladas iniciales marcan el
inicio de una intensa trayectoria, en la
que ha realizado más de 300 obras.
El teniente coronel Santiago, destinado
en el Cuartel General de la Fuerza Logística
Operativa, entiende la pintura con la
filosofía del ingeniero militar: «Toda obra
se puede perfeccionar y, mientras la construyes
o la completas, te sientes parte de
ella», expone.
Aunque ha pintado a carboncillo y otras
técnicas, el óleo es su debilidad. «Me gusta
tocar la pintura». Además, confiesa que
incluso pinta con los dedos o utilizando la
espátula, una de las herramientas de Ingenieros.
Su temática ha ido evolucionando con el
paso de los años. Desde su primer cuadro
—un bote varado en la playa— ha
pintado cuadros figurativos, marinas,
paisajes urbanos y numerosos retratos
de militares en activo. «Trato de encontrar
en cada personaje ese gesto propio
que lo define y que lo distingue de una
fotografía», afirma.
Uno de los temas que más le apasionan
es la espiritualidad del mundo del toro.
«Independientemente de que te guste la
tauromaquia o no, el momento en el que
el torero se enfrenta al animal transmite
muchos sentimientos para la pintura», explica
el teniente coronel.
Y es capaz de saltar de esa España de color
albero, que toca con su pincel, a los reflejos
del Beirut lluvioso. Precisamente en zona
de operaciones la pintura le ha permitido
desconectar y buscar nuevos espacios. Así,
en Líbano realizó un conjunto de 18 obras
en papel de lienzo y con gran colorido.
Texto: Felipe Pulido
Foto: Belén García Giménez