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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 845

disuadir al enemigo de iniciar una acción militar, paralizar sus sistemas de defensa, desarticular sus fuerzas, erosionar sus capacidades de mando y control o colapsar completamente el país1. No obstante, a pesar de la enorme popularidad e importancia estratégica que ha adquirido la guerra en el ciberespacio, existe otro elemento vinculado con este dominio que cada vez está recibiendo una mayor atención: la guerra informativa. Y es que si bien ésta no es algo nuevo ya que el uso de la información y la propaganda ha sido una constante de todos los conflictos desde la antigüedad, en los conflictos recientes hemos observado como Internet –y muy especialmente las redes sociales virtuales– permite a cualquier actor, tanto estatal como no-estatal, realizar operaciones informativas con una facilidad y efectividad asombrosas. En efecto, tal y como hemos visto en Israel, Líbano, Palestina, Siria, Ucrania, Crimea o el Estado Islámico, el empleo de plataformas multicanal y redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram, Flickr o Youtube permiten recopilar un vasto volumen de información sobre su enemigo susceptible de transformarse en inteligencia útil para las operaciones y Niño Palestino en el punto de mira de un soldado israelí. (Fuente electronicintifada.net) también influir en la opinión pública propia, adversaria y neutral mediante actividades de propaganda y contra-propaganda2. Precisamente por ello, muchos ejércitos han integrado la dimensión cibernética en las labores de comunicación estratégica; realizan operaciones de información (INFOOPS) y operaciones psicológicas (PSYOPS) en el ciberespacio; llevan a cabo actividades de inteligencia de fuentes abiertas (OSINT) en Internet e incluso explotan la valiosa información que proporcionan las redes sociales virtuales (SOCMINT). No obstante, aunque muchas fuerzas armadas se han subido al carro de las redes sociales de forma más o menos efectiva y con una estrategia más o menos clara, el uso personal que sus integrantes hacen de las mismas puede suponer tanto una amenaza para la seguridad nacional y un riesgo para las operaciones militares como representar un problema de comunicación pública. En este sentido, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) son un buen ejemplo de ello. Aunque éstas constituyen el ejemplo paradigmático del uso y explotación de las redes sociales –tal y como se ha podido observar en la Operación Pilar Defensivo (2012) y en la REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Julio-Agosto 2015 593


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