La relación entre el CUD y la EMISAN
es estrecha y comparten aulas
para las prácticas de los alumnos, como
la de simulación. «Pero la medicina es
algo más —puntualiza el director del
CUD—. Lo más importante es el trato
con los pacientes y los compañeros. Eso
se aprende en el hospital. La tensión no
es la misma que en el simulador».
ESPECIALIDADES COMPLEMENTARIAS
Además de las enseñanzas de formación,
la EMISAN imparte diversos cursos en
los que también participa personal de
Cruz Roja, SUMMA, SAMUR y Protección
Civil. Entre ellos está el curso de
Soporte Vital Avanzado en Combate para
los militares que despliegan en misiones
internacionales y que este año debido a
la pandemia ha acortado su duración
al eliminarse las prácticas en el campo,
donde es inevitable el contacto personal.
También, el de Psicología Aeronáutica,
de nueva creación, que este año lo hacen
doce oficiales; el de Observadores para
el Mantenimiento de la Paz, que realiza
junto a la Escuela de Guerra; Enfermería
en Ambiente Hiperbárico; Médico de
Vuelo… En total, la EMISAN mueve
unos 1.100 alumnos cada año en enseñanza
de perfeccionamiento.
La Escuela, además, está acreditada
como Centro de Entrenamiento de la
National Association of Emergency Medical
Thecnicians y participa como dirección
técnica en el Programa DN8644-COINCIDENTE
con el proyecto SIMUR
(Simulador Interactivo en Realidad Virtual
Multiusuario).
El trabajo de los sanitarios militares
durante la primera oleada de la pandemia
fue fundamental. «Entonces, la
EMISAN dio un paso al frente y nueve
profesores estuvimos comisionados en el
Gómez Ulla. En mi caso, como intensivista
en la UCI», recuerda el coronel Bartolomé
Cela. También, los alumnos de Medicina
que tenían titulación previa de Enfermería.
«Coincidí en el turno de noche
con cinco alféreces enfermeros y les decía
que eso era también Sanidad Militar, no
solo el trabajo en nuestros destinos. En
una situación de crisis, tenemos que estar
ahí para lo que se no pida, según nuestras
capacidades y competencias. Fue una
experiencia enriquecedora aunque dura,
muy dura», concluye el coronel.
Noviembre 2020
Elena Tarilonte
Fotos: Hélène Gicquel
Una historia de servicio
y colaboración
NO hace demasiado tiempo, la percepción
que se tenía de Ejército
y Universidad era la de dos instituciones
ancladas en el pasado,
para las que lo único que importaba eran sus
propios fines y que habían olvidado, dejándolo
aparcado, su verdadero sentido: el servicio a
la sociedad. Afortunadamente, está imagen ha
quedado atrás y, no solo ha cambiado radicalmente,
sino que, en el momento actual, podemos
decir que el Ejército y las universidades
españolas representan la vanguardia social;
los hombres y mujeres que las componen se
han adaptado a las necesidades del siglo XXI,
convertidos en un referente para todas las instituciones
públicas.
La relación entre la Universidad de Alcalá
(UAH) y el Ministerio de Defensa
comenzó en 2007, cuando firmaron
un convenio para incorporar
el Hospital Central de la Defensa
Gómez Ulla como hospital universitario
de la UAH. Ya, en aquel
momento, se decidió que, en su
conjunto, debía convertirse en
un centro de excelencia integral,
en todos los ámbitos, asistencial,
docente e investigador, apostando
por un modelo novedoso y
diferente al del resto de hospitales
universitarios; esta propuesta
requirió de un generoso esfuerzo
por parte de ambas instituciones.
Durante estos años, el modelo se
ha consolidado y ha dado respuesta, con éxito,
al proyecto inicial.
Posteriormente, se planteó un importante
problema que acuciaba a las Fuerzas Armadas
José
Vicente Saz
Rector de la
Universidad de
Alcalá
españolas, la grave escasez de oficiales
médicos y su elevada edad media, así como
una posible solución a esta situación: la creación
de un centro universitario adscrito a la
UAH que permitiera la formación de nuevos
médicos militares. Ante este problema, realmente
complejo, el Ministerio de Defensa y la
Universidad de Alcalá se pusieron a trabajar
y, en poco tiempo, desarrollaron soluciones
creativas que resolvieron todas las limitaciones
normativas, económicas y materiales. De
esta manera, vio la luz el Centro Universitario
de la Defensa (CUD-Madrid), cuyo objetivo
inicial fue la formación, médica y militar, de
los oficiales médicos del Ejército español. En
estos momentos, ya se han licenciado tres
promociones y la novena acaba de comenzar
su andadura. Además, durante estos años se
ha incorporado a su oferta docente el Máster
Universitario en Formación del Profesorado
de ESO, Bachillerato, Formación Profesional y
Enseñanza de Idiomas. En este curso 2020-21
que acabamos de iniciar, hemos ampliado la
oferta formativa del CUD y, con gran ilusión por
ambas instituciones, ofertamos por primera
vez el Máster Universitario en Sanidad Militar
Operativa, el Máster en Formación Jurídico Militar
y el Máster Universitario en Asesoramiento
y Control Presupuestario de Defensa.
De esta forma, un centro creado inicialmente
para resolver un problema importante
pero muy concreto, de nuestro ejército, se ha
convertido en una excelente herramienta para
mejorar la formación superior de los oficiales
y, todo ello, gracias a la estrecha colaboración
entre dos instituciones públicas: el Ministerio
de Defensa y la Universidad de Alcalá. Después
de estos años, y observando
la evolución del CUD,
estamos convencidos de que
su labor no se limitará a la oferta
académica actual y que, entre todos,
lograremos convertirlo en un
excelente instrumento que será
capaz de dar respuesta a las necesidades
en formación superior
de las Fuerzas Armadas.
Desde el comienzo de esta
aventura, primero como decano
de la Facultad de Medicina, posteriormente
como vicerrector de
Planificación Académica y Profesorado
y, en esta última etapa,
como rector, he tenido la fortuna,
y el honor, de poder participar directamente en
este proyecto de colaboración del que todos
nos sentimos muy orgullosos. He de decir que
ha sido uno de los proyectos más ilusionantes
en los que he podido participar y, sin lugar a
duda, un trabajo que me ha permitido aprender
y enriquecerme profesionalmente.
En esta compleja época que nos ha tocado
vivir, la colaboración entre instituciones
se antoja como un hecho incuestionable. En
primer lugar, por el objetivo común, que no
es otro que el servicio a la sociedad. Por otra
parte, los recursos de la administración son
muy limitados y se acercan tiempos difíciles,
en los que es posible que se vean aún más recortados;
solo con esa estrecha colaboración
lograremos obtener el máximo rendimiento de
nuestras instituciones y la excelencia a la que,
como servidores públicos, estamos obligados.
Desde la Universidad de Alcalá seguiremos
trabajando, poniendo al servicio del Ministerio
de Defensa todos nuestros medios para ,entre
ambos, poder ofrecer el mejor servicio a los
ciudadanos y, con ello, a España.
Revista Española de Defensa 31