Una lucha diaria por la seguridad
en las zonas de operaciones
Coronel
José Antonio
Cruz Moro
Director
del CoE C-IED
COMO director del CoE C-IED se me hace difícil
expresar en estas breves líneas la importancia
de nuestro trabajo, que por su necesaria discreción
en cuanto a publicidad corre el riesgo
de ocultar su verdadero significado. Nuestra lucha diaria
es la de proporcionar seguridad al personal, militar o civil,
desplegado o residente en cualquier escenario geográfico
en el que la presencia de artefactos explosivos improvisados
(IEDs), represente una amenaza. Es un trabajo sin fin
que admitimos de agradecida forma como reto.
España, en su papel de nación marco, supo dar el
paso adecuado en el momento justo. En el primer decenio
del siglo XXI los IEDs aparecieron de forma masiva y se
convirtieron en el problema, el verdadero problema militar
en todas las zonas de operaciones en las que países
de la Alianza estaban desplegados, puesto que la mera
existencia de esos artefactos impedía cualquier otra actividad,
como dar seguridad a zonas inestables, por el alto
riesgo de actividad insurgente. España ofertó a la OTAN
la creación de este Centro de Excelencia del que todos
sus componentes, españoles y extranjeros, nos sentimos
orgullosos. Orgullo que deseo personalmente compartir
con el resto de españoles. El
Centro no es solamente España,
pero sí solamente España vio la
necesidad del Centro. Y acertó.
Acertó porque los IEDs han venido
para quedarse como herramienta
de guerra. Herramienta que es la
principal causa de bajas militares
y civiles a nivel mundial en los actuales
conflictos, solo limitadas por
Los IED son la
principal causa
de bajas militares
y civiles en los
actuales conflictos
la imaginación humana para causar
daño mediante explosiones.
Pero, ¿qué es la lucha C-IED?
De la forma más sencilla posible,
la definiré como la integración de la información e inteligencia
disponibles sobre los artefactos explosivos y los
grupos humanos que los utilizan, con las acciones necesarias
para planear y ejecutar operaciones cuyo resultado
sea eliminar la capacidad operativa de esos grupos, a
ser posible de forma permanente, y reducir los efectos
directos de las explosiones. La amenaza contra la que se
lucha no es el artefacto que explosiona, sino contra toda
la estructura en red que financia, construye, transporta,
emplaza y activa los artefactos explosivos. No se puede
entender desde una perspectiva defensiva, puesto que la
lucha C-IED es sustancialmente ofensiva, con unas elevadas
exigencias de análisis de datos y una perspectiva
de futuro que determine el centro de gravedad de cada
una de las redes terroristas e insurgentes presentes en
zonas de operaciones y su posible evolución operativa
una vez atacada.
Son diez los años de existencia del CoE C-IED como
Organismo Militar Internacional. Los primeros pasos necesitaron
de una guía clara para evitar duplicidades a la hora
de encarar toda nueva actividad. Y no fue sencillo. La experiencia
de todo aquel personal desplegado en zonas de operaciones
tan dispares como Afganistán, Irak, Somalia o Malí
hacían difícil aportar novedad alguna sobre lo ya trabajado,
estudiado y analizado de forma exhaustiva, dejando poco
espacio para la novedad o inventiva. Pero esa es parte de la
«excelencia», quizás no ver lo que otros ven, pero al menos
intentarlo, porque siempre hay «algo» que aportar.
No hay sistema de valoración de nuestro trabajo que correlacione
de una forma escrupulosamente científica (cualitativa
y cuantitativamente hablando), nuestro esfuerzo con
resultados en zona de operaciones, como tampoco lo hay
entre unas maniobras militares y el concepto de seguridad
global. Es imposible valorarlo, más allá de que aquello que
hayamos puesto a disposición de las naciones de la Alianza
o países en los que hemos trabajado se haya usado como
referencia o herramienta de trabajo en cuarteles generales
o unidades desplegadas. Y existen esos resultados. Por
mencionar unos pocos: la generación del concepto Human
Networks Analysis and Targeting
para OTAN; actividades de Defense
Capacity Building en naciones
como Jordania o Irak; análisis de
fuentes abiertas de incidentes y tácticas
usados por redes terroristas e
insurgentes de diferentes zonas del
mundo; o proyectos de carácter tecnológico
como el PRINSE o BLADE
de protección frente a explosiones.
Ellos son nuestro único pero satisfactorio
aval en lo organizativo, pero
mucho más motivador en lo personal
desde el convencimiento de que
esas herramientas y proyectos dan como resultado una
mayor seguridad al personal que sufre el ataque de IEDs,
sean del país que sean y estén donde estén.
La multinacionalidad de la que se nutre el Centro en cuanto
al personal militar que lo compone, así como la variedad
de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Agencias
de Inteligencia que participan en el mismo, son básicos
para nuestro trabajo. En el CoE C-IED no hay lugar para
la autocomplacencia porque la excelencia absoluta no existe,
pero querer aproximarse a ella requiere la asunción de
propias carencias y entenderlas como un acicate para seguir
trabajando e investigando. Cuando lo que se pone sobre el
tapete son vidas, la excelencia deja de ser un calificativo y
se convierte en una actitud de servicio. Esa es la orientación
que todos los componentes del centro, personal militar o civil,
nacional o extranjero queremos imponer en nuestro día
a día, como así se viene haciendo durante la última década.
48 Revista Española de Defensa Noviembre 2020