EDITORIAL
Humanidad y
responsabilidad
ESPAÑA no ha sido indiferente a la dramática situación originada en Afganistán tras
la toma del poder por los talibanes: en diez jornadas frenéticas evacuó a unas
2.200 personas, en gran parte mujeres y niños; y ha sido el principal centro de
operaciones de la Unión Europea y un socio clave de Estados Unidos en la acogida
de los refugiados procedentes del país asiático.
«Esta misión —ha declarado a su término la ministra de Defensa, Margarita Robles— ha
dejado muy alto la humanidad y la solidaridad de España, representada por sus Fuerzas
Armadas, su policía, sus diplomáticos...» Todos ellos han contribuido a que una operación tan
delicada, vital y dificultosa como esta haya sido llevada a cabo con éxito.
Hasta el último momento, arriesgando incluso su vida, los militares españoles estuvieron
intentando que entraran en los aviones el máximo de personas. Ha sido una misión muy
complicada, en la que han demostrado, con una heroica labor, su profesionalidad, generosidad
y humanidad. «Son unas grandes personas —ha resaltado la ministra de Defensa— que han
sufrido por los afganos y se han alegrado por ellos; vienen con la satisfacción de la misión
cumplida, pero también con tristeza por la gente que ha quedado fuera».
En este sentido debe ser tenida en consideración la propuesta que Robles expresó en
la reunión informal de ministros de Defensa de la UE de Eslovenia, a favor de «retomar, en
cuanto sea posible, las actuaciones necesarias para facilitar la salida del país del resto de
familiares de nuestros colaboradores afganos que no pudieron ser evacuados y de otras
personas particularmente vulnerables, sobre todo mujeres y niñas, que deseen abandonar
Afganistán».
Debe, además, ponerse en valor la labor que nuestras Fuerzas Armadas han desarrollado
en Afganistán durante los dos últimos decenios, en la que 102 militares españoles perdieron
su vida. En este tiempo se construyeron escuelas e institutos, hospitales y ambulatorios,
carreteras e instalaciones para el saneamiento de las aguas, y se formó a matronas y
profesoras para asegurar el acceso de las mujeres afganas a la sanidad y la educación.
La semilla de libertad, de dignidad y, sobre todo, de igualdad que han sembrado nuestros
militares, junto a los de otros países, no debe perderse. Como ha señalado Margarita Robles
en Eslovenia, la comunidad internacional ha de tener «una única voz de vigilancia activa y de
presión al régimen talibán, para limitar todo lo posible el actual escenario interno de terror y
fanatismo» y, al mismo tiempo, «evitar vulneraciones de derechos humanos, con especial
atención y protección de las mujeres y niñas». El esfuerzo que se ha llevado a cabo para
mejorar la situación del pueblo afgano debe continuar.
RED
Septiembre 2021 Revista Española de Defensa 5