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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 844

prioridad para los mandos militares chinos. Chinos y rusos mantienen regulares intercambios de alto nivel y plantean la creación de un sistema regional y colectivo de seguridad. De momento, y por primera vez, sus armadas van a realizar maniobras con fuego real en el Mediterráneo en este 2015. En el otro extremo está EE.UU. Aunque están demasiado entrelazadas en demasiados aspectos como para prescindir de cooperar en algunas cuestiones, principalmente comerciales y económicas, en Pekín el planteamiento es pasar de ser antiestadounidenses a postestadounidenses. Recientemente Obama y Xi Jinping lograron un acuerdo histórico sobre el cambio climático, un paso que Washington publicitó como una relación nueva y productiva entre los Estados Unidos y China. La realidad es que su efectividad está en duda y que se firmó en la cumbre de la APEC celebrada en Pekín, un foro en el que si Obama firmó solo este acuerdo con China su homólogo ruso lo hizo en 17 ocasiones con acuerdos sobre cuestiones estratégicas, palpables y por cantidades importantes. Además, frente a la Alianza Transpacífico impulsada por Estados Unidos, que incluye a doce países y excluye a China, Xi Jinping definió una “hoja de ruta” para la recién creada zona de libre comercio asiática (FTAAP), una suma de 21 economías que representan más de la mitad del comercio mundial. A pesar de las aproximaciones y el mayor diálogo entre China y Estados Unidos, ambos mantienen tensiones por las disputas de soberanía de varias zonas del Mar de la China entre Pekín y sus vecinos, algunos de ellos aliados estadounidenses. Estas disputas han aumentado considerablemente el gasto en defensa en Asia. El presupuesto chino no ha parado de crecer en los últimos 25 años. En 2014 aumentó un 12,2 % hasta, oficialmente, 131.600 millones de dólares, cantidad que asciende a 145.000 según el Departamento de Defensa estadounidense o 188.000 según el Instituto para la Investigación de la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI). Para 2015 la cifra es de 144.200 millones de dólares, algo más del 10% respecto a 2014, aunque el SIPRI la estima en 206.900 millones. Es, pese a las diferencias, el segundo inversor mundial tras Estados Unidos, país que lejos de la estabilidad financiera vive al borde de la “congelación” y peleando contra la austeridad. Bajo la presidencia de Xi Jinping, el dirigente más poderoso en la China más fuerte de toda la Historia, la potencia comunista representa el 38 por ciento del total de gastos en Defensa de Asia cuando en 2010 era del 28 por ciento. El presidente chino afirma que “la Paz y el desarrollo” son “la tendencia subyacente de nuestro tiempo”, pero este delicado proceso de ascenso al estatus de superpotencia no El proceso de desdolarización globalavanza a la vez que prosigue el crecimiento del yuan chino. «Bajo la presidencia de Xi Jinping, el dirigente más poderoso en la China más fuerte de toda la Historia, la potencia comunista representa el 38 por ciento del total de gastos en Defensa de Asia» parece estar del todo libre de conflicto ya que China, según Xi Jinping, afronta riesgos “sin precedentes e imprevisibles”. De momento la ambición militar de Pekín tiene como objetivo ser una potencia regional consolidada capaz de efectuar una proyección de fuerzas convencional y lograr una capacidad de disuasión eficaz que desaliente cualquier intervención externa o influencia interna. Con este fin están gastando sus presupuestos en recortar la brecha tecnológica con EE.UU., adquiriendo submarinos nucleares, portaaviones, buques, cazas o misiles de última generación. Muchos de ellos son desarrollos locales con los que podrían llegar a cualquier parte del mundo, alterar el equilibrio militar de poder en la región por su superioridad armamentística y desafiar, incluso, a Estados Unidos al dejar potencialmente obsoletos algunos de sus actuales sistemas. Nadie quiere una confrontación militar con China ya que las consecuencias serían catastróficas para todo el mundo, incluyendo un intercambio nuclear en el que se desconoce quién podría apretar primero el botón rojo. El presidente Xi Jinping ha afirmado que China quiere forjar una nueva “red global de asociaciones” y pretende lograr una paridad estratégica con Estados Unidos en la región Asia-Pacífico. Mientras, Estados Unidos se muestra “profundamente preocupado” por algunos comportamientos de China y pretende, por su parte, preservar el liderazgo que mantiene en la región desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Para el secretario de Defensa estadounidense, Ashton Carter, “EE.UU. y China no son aliados, pero no tienen que ser necesariamente adversarios. Una relación constructiva es esencial para la seguridad mundial y la prosperidad”, ha afirmado reconociendo que las relaciones mutuas son “complejas” ya que ambas naciones “compiten y cooperan” al mismo tiempo. Está por ver si en los próximos años Obama y su sucesor logran, junto a Putin y Xi Jinping, evitar la “trampa de Tucídides”. En la época de este historiador helénico Esparta, la potencia hegemónica, hizo la guerra a Atenas para evitar su expansión. Si la potencia global hegemónica y la emergente no quieren una devastadora guerra entre ambas tendrán que rebajar la confrontación y ampliar la cooperación y el entendimiento por vías diplomáticas, económicas, etc. Puede que no lleguen a ser adversarias pero tampoco amigas, lo que sí deberán es negociar y renegociar los límites de su poder e influencia y desarrollar un compromiso mutuo de sus responsabilidades y funciones globales. De momento tienen al resto del mundo expectante viendo cómo los pivotes y las palancas definirán el mundo del siglo XXI. Y aunque muchos capítulos estén a punto de cerrarse son notables los legados que dejan, tanto como notables serán las ausencias REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2015 561


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