Page 98

REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 845

Todo trascurrió según lo planeado y el MiG-21 del capitán Mounir Roufa tomó tierra en Israel poco después de las 07,52 del día 16 de agosto de 1966. EL MIG-21 FISHBED La Fuerza Aérea de Israel quiso dar realce al logro mediante un acto de presentación pública del avión y por ello organizó, en la base que acogió al MiG-21, un escenario entre militar y teatral. En un hangar totalmente rodeado por las fuerzas de seguridad y fuertemente iluminado estaba el reluciente aparato. Los invitados que acudieron representaban «Hasta entonces no existía un precedente de ese calibre que permitiera un profundo examen de la tecnología militar del enemigo, volar el avión y practicar tácticas de combate con una pieza original» a las agregadurías militares acreditadas en las embajadas de los países amigos de Israel, representantes de los medios locales y los corresponsales de los principales diarios occidentales. Entre los presentes cabe destacar la presencia del agregado militar de la embajada norteamericana, el coronel Ferney, quien provisto de varias cámaras fotográficas acudió a la cita. Este representante de las fuerzas armadas de su país no daba crédito a lo que estaba viendo, ya que ellos, desde hacía tiempo, iban detrás de obtener un ejemplar de ese avión. Hacía años la CIA había ofrecido la suma de un millón de dólares al piloto de la Europa del Este que les entregara un MiG-21. La publicidad que hizo de esa oferta motivó algunos contactos, pero sin que ninguno de ellos cuajara. Ahora el coronel Ferney tenía ante sí un ejemplar conseguido con unos métodos y medios mucho más modestos que los de la “Agencia”. En su ánimo estaba el que tarde o temprano tendría que negociar con el Gobierno hebreo el “préstamo” de ese aparato para que los técnicos de su país pudieran examinarlo a fondo. No obstante hay que recordar que en aquella época los Estados Unidos aún no eran el mejor valedor de Israel como lo llegó a ser (y sigue siéndolo) algunos años más tarde, por lo que la negociación sería, seguramente, larga y difícil. El Mossad y la Fuerza Aérea, con el fin de proteger identidades y los métodos empleados, inventó un escenario lo más creíble posible cuando al día siguiente convocó una rueda de prensa. Esta presentación tuvo lugar en una base aérea cercana a Tel Aviv. En ella el portavoz oficial, el coronel Yehiel Ben Zvi, se dirigió a los presentes anunciando que iban a conocer al piloto iraquí que les había entregado el aparato. Tras esta breve introducción fue presentado el piloto, que un tanto nervioso tuvo que enfrentarse a los periodistas para explicar que las razones de su huida se debían a su oposición a la feroz represión con que el Gobierno de Irak estaba combatiendo al pueblo kurdo y a la discriminación que él mismo sufría en su profesión por ser de religión cristiana (los practicantes del rito caldeo son una minoría en Irak, y si bien son tolerados, en ciertos momentos han sido acosados). Estos argumentos eran totalmente plausibles y perfectamente creíbles, por lo que los medios allí representados los recogieron y publicaron como ciertos. Tras estas escenificaciones se impuso un profundo silencio alrededor de los hechos y del avión, que pasó a manos de los técnicos. Es difícil evaluar con exactitud cuáles fueron los beneficios que los hebreos obtuvieron de los análisis «Tras la Guerra de los Seis Días, el Mig-21 fue desmontado y enviado a los Estados Unidos para que los técnicos sacaran sus conclusiones acerca de su potencial y aplicaran esas mejoras en sus aviones» del MiG-21. Hasta entonces no existía en Israel, y casi en ningún otro país, un precedente de ese calibre que permitiera un profundo examen de la tecnología militar del enemigo, así como, en ese caso, poder hacerlo volar y practicar tácticas de combate con una pieza original. Como consecuencia de esa experiencia, al poco tiempo los técnicos judíos transmitieron a Marcel Dassault, el patrón de la principal industria aeronáutica francesa y fabricante de los Mirage III, una serie de modificaciones a incorporar a los aviones pendientes de entrega, aparte de las que ellos mismos incorporaron en los aviones encuadrados en sus unidades. Como consecuencia de esas mejoras puede afirmarse que en el curso de la Guerra de los Seis Días (junio de 1967) no se perdió ningún avión hebreo durante los combates aéreos que los Mirage IIIC sostuvieron con los MiG-21. Las modificaciones, las tácticas y la preparación de los pilotos israelíes hicieron, entre otras cosas, que Israel saliera como claro vencedor de esos seis días de lucha. De entre lo que los técnicos encontraron destacaremos el descubrimiento de que los MiG-21 poseían un sistema de puesta en marcha del motor a base del propio combustible y que de este modo no necesitaban un arrancador exterior (APU, Auxiliary Power Unit). También descubrieron que a baja altitud los MiG-21 eran más manejables que los Mirage III, por lo que impusieron la táctica de hacerlos subir para luchar con ellos. Después de la Guerra de los Seis Días, el MiG-21 fue desmontado y enviado a los Estados Unidos para que los técnicos norteamericanos sacaran también sus propias conclusiones acerca de las potencialidades del aparato y aplicar esas mejoras en sus propios aviones. El préstamo estaba condicionado a la devolución del aparato, lo que con el tiempo sucedió, por lo que los visitantes del Museo de la Fuerza Aérea de Israel, radicado en los aledaños de la Base Aérea de Hezerim, pueden verlo vistiendo una librea camuflada y luciendo la falsa pero sugestiva matricula OO7. En cuanto a Mounir Roufa y su familia, viven tranquilamente en Israel bajo una falsa identidad 672 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Julio-Agosto 2015


REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 845
To see the actual publication please follow the link above