UN/Mark Garten
En el caso de Siria, se ha producido un aumento de los casos de
polio debido a la falta de personal médico y al incumplimiento del
calendario vacunal. En otros casos, la violencia contra el personal
sanitario conduce, con frecuencia al éxodo de este personal, originando
los llamados «desiertos médicos». También las poblaciones
se ven obligadas a huir de los conflictos y a concentrarse en campos
de refugiados donde la falta de higiene, la contaminación del
agua y la falta de alimentos fomenta la propagación de enfermedades
infecciosas como el cólera, el sarampión, el ébola o la difteria.
Los factores climáticos, especialmente, la temperatura, las
precipitaciones y la humedad juegan un papel muy importante en
la trasmisión de enfermedades. El aumento de temperatura y de
humedad en algunas zonas van a favorecer la
aparición de enfermedades vectoriales como
la malaria o el dengue y también se estima
que aumentarán los casos de enfermedades
transmitidas por roedores como consecuencia
del incremento de las inundaciones y de las sequías.
Además, el deshielo de los polos puede
hacer resurgir patógenos que hayan permanecidos
bien conservados en el permafrost debido
a las condiciones idóneas de temperatura,
oscuridad y ausencia de oxígeno.
La acción humana sobre los ecosistemas
está provocando la destrucción de los hábitats
naturales de determinadas especies. Por ejemplo, la eliminación
de zonas forestales para dedicarlas a actividades agropecuarias,
provoca que algunos roedores se desplacen a los centros de población
fomentando la aparición de enfermedades, como se está
observando con el incremento de casos de fiebre Lassa en África
Occidental y en concreto en Nigeria.
La globalización, la movilidad internacional y la mayor interconexión
del planeta son factores que contribuyen a la rápida propagación
de enfermedades. Además, cuanto mayor es la interconexión
del país de origen con el resto del mundo mayores serán las consecuencias
del brote en el ámbito económico y geopolítico como se ha
puesto en evidencia con el COVID-19.
La resistencia a los antimicrobianos
también constituye una amenaza creciente
en un escenario en el que cada
vez existen un mayor número de enfermedades
infecciosas. Los tratamientos
habituales se vuelven ineficaces y las
infecciones persisten y pueden transmitirse
a otras personas.
Por último, el desarrollo de nuevas tecnologías
está teniendo una repercusión
muy positiva en el sector de la salud generando
tratamientos más personalizados,
Estamos ante
una nueva era
en la aparición
y propagación
de enfermedades
infecciosas
Abril 2020 Revista Española de Defensa 31