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RESULTADOS Y CONSECUENCIAS DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO
Finalizada la etapa de los grandes descubrimientos, en el siglo XVIII estos
dieron paso a los exploradores, que escudriñaron los rincones aún ocultos de la
geografía terrestre y marítima; y a los científicos, que con su ciencia y tecnología
avanzaron considerablemente en dar a conocer cómo son y de qué están com-puestas
la superficie terrestre y las aguas de los mares. De estas inquietudes
surgieron movimientos que propiciaron los viajes de exploración, en los que se
entremezclan nombres de barcos, como el Challenger y el Galathea, con ape-llidos
que pasaron a la historia, como Darwin, Cook, Bougainville o Kruzensh-tern
que anhelaban conocer mejor sus tierras y, sobre todo, sus mares.
Mostrar el pabellón es quizás el motivo más importante por el que buques y
agrupaciones navales han circunnavegado el mundo: desde barcos en solitario
a escuadras o flotas, ya fuera en tiempos de guerra o para consolidar la unión de
su imperio colonial mostrando su pabellón, u otros como los bisoños Estados
Unidos dando los primeros visos de su madurez como gran potencia naval.
Entre este tipo de circunnavegaciones, protagonizadas fundamentalmente por
Gran Bretaña y Estados Unidos, destaca la realizada en 1960 por el submarino
nuclear Triton que la completó sumergido. Con el advenimiento de la aviación,
con la que el servicio de barcos transoceánicos comenzó un marcado declive,
tuvo lugar una transición gradual de los buques de pasaje como medios de
transporte hacia los cruceros turísticos: Cunard es la naviera pionera que merece
nuestra atención por ser la que ha ofrecido históricamente auténticos cruceros
de vuelta al mundo.
A lo largo de la historia, por una ruta, a bordo de diferentes tipos de barcos
deportivos, en competición o por puro reto personal, con tripulación o en soli-tario,
hombres y mujeres han circundado el planeta. Sería inabarcable y dificul-toso
realizar una crónica sobre la totalidad; solo destacar al que tuvo el gran
mérito de ser el pionero en dar la vuelta en solitario: Joshua Slocum. Los buques
escuela, independientemente de su misión formadora, en muchos casos, sobre
todo en los pertenecientes a las armadas nacionales, actúan como embajadores
volantes, mostrando los pabellones nacionales y participando en misiones con-cretas
y en grandes eventos de transcendencia internacional.
Si para llegar a nuestro destino nos hubiéramos embarcado con Julio Verne,
nos encontraríamos, en su obra La vuelta al mundo en ochenta días, que el pro-tagonista
Phileas Fogg al volver a su casa de Londres cree perdida su apuesta
por haber pasado ochenta y un días en su viaje alrededor de la Tierra, cuando el
plazo convenido era de ochenta. Mas al mirar su almanaque de pared, ve que
no es jueves como él creía, sino miércoles. Sin saberlo lleva ganado un día
porque ha hecho el viaje de oriente a occidente, siguiendo el aparente curso del
Sol. De haberlo realizado en sentido inverso, el resultado hubiese sido el con-trario:
hubiera perdido un día. Pero el saldo para quienes hacen este periplo si-guiendo
la estela de la Victoria, por la razón que sea —conquista, afán de
gloria, exploración, deporte, adquisición de conocimientos o por puro placer en
un crucero—, no se limita a ganar o perder un día o una apuesta. Quienes han
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