GEOPOLÍTICA PARA UN
MUNDO EN EBULLICIÓN
A lo largo del tiempo imperios y civilizaciones se han ido sucediendo en el control y
dominación de territorios de mayor o menor extensión. El siglo xx y lo que llevamos del xxi
ha sido un periodo de enorme convulsión que, pese a los augurios de algunos analistas,
aún no ha periclitado; al contrario, estos tiempos contemplan una tensión acrecentada
en distintas partes del mundo y ofrecen diferentes lecturas de carácter geopolítico que
no aclaran cual será el hegemón triunfante de esta época, suponiendo que haya alguno
El trabajo de historiadores y geógrafos,
de cuyo ayuntamiento el saber
alumbró a los conocidos como
geopolitólogos, una subespecie humana
que encuentra su medio natural
en fundaciones, centros de pensamiento
y revistas de pensamiento
político, alcanza su mayor relevancia
cuando se aventura en la prospectiva
geopolítica. Esta época, influenciada
por el coronavirus pero llena de tensiones
desde hace años, plantea nuevos
interrogantes.
Durante gran parte del siglo xx prevaleció
el concepto del «pivote geográfico
de la historia», definido por Harold
Mackinder allá por 1904, según
el cual todo pivotaba sobre la «tierra
corazón», que él identificaba con Asia
Central1, y quien lograra controlar ese
territorio alcanzaría a controlar las
periferias del centro, el «Rimland», es
decir, básicamente el mundo. Detrás
del concepto se ocultaba la razón del
«gran juego», el belicoso y sangriento
entretenimiento al que se dedicaron
en Oriente los viejos imperios hasta
la llegada de los EE. UU. al casino del
mundo, dejando el asunto en manos
de solo dos tahúres durante casi un
siglo y desplazando el pivote hacia el
oeste.
UN POCO DE HISTORIA
China, en su ensimismamiento, no
existía para esta parte del mundo. Serían
los persas los primeros en crear
una vasta organización de carácter
imperial que se veía limitada por su
carácter terrestre y su supeditación
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a la capacidad de sus carreteras, que
las construyó, y muy buenas. Sus límites
estaban en la cuenca del Indo
hacia el este y en Cirenaica al oeste,
con el paso cerrado hacia Europa por
escitas y griegos.
Cuando Roma dictaba las reglas del
mundo este se conformaba en torno
al Mediterráneo, limitado al sur por
las arenas del Sáhara y avanzando
hacia el este hasta las antiguas tierras
de los mismos escitas que frenaron
a Darío el Grande. La extensión
máxima la marcaba el alcance de la
logística de las legiones romanas y
el Mare Nostrum era la gran autopista.
El norte era entonces terreno apto
solo para razas adaptadas, como los
vikingos, las mismas que andando el
tiempo seguirían el curso de los ríos
para fundar el Rus de Kiev, hoy Ucrania,
y bordeando Europa llegarían
a señorear Sicilia en forma de reino
normando.
Raúl Suevos Barrero
Coronel de Infantería retirado