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en sectores, uno fijo para Sánchez,
que debió soportar el dolor en su pie
mientras colaboraba en el fuego; De
la Torre y el mismo suboficial tendrían
que desplazarse de uno a otro lugar
intentando defender el resto de los
sectores. Los heridos menos graves
del Figueras colaboraban recargando
fusiles.
El enemigo, durante la noche, ejerció
una gran presión sobre la avanzadilla:
la convirtió en el blanco de sus fusiles,
en el objetivo de piedras y granadas,
realizó repetidos asaltos y llegó a
cortar la alambrada por varios sitios
mientras incitaba a la guarnición a
abandonar las armas.
En el interior la resistencia era desesperada.
Durante toda la noche se
sostuvo un intercambio de fuego de
fusil. No había que desfallecer, no había
que dar facilidades; en varias ocasiones
Munar puso a todos, sanos y
heridos, a cantar, lanzando vivas a
España y a la Legión, respondiendo
a las propuestas de rendición con el
fuego de los Mauser. Los disparos
fueron tantos que el legionario Juan
de la Torre Pérez declaró que Munar
consumió aquella noche dos cajas de
munición4.
Con la luz del día el acoso disminuyó.
El capitán Álvarez del Vayo envió a
cuatro legionarios y cuatro cazadores
a la avanzadilla. El capitán García Colomo
resumía así la acción de Munar:
«… el suboficial Munar demostró un
temple de espíritu y un valor y sacrificio
difícilmente igualables …»5.
El día 17 Cabanellas organizó una
operación para prestar un nuevo auxilio
a Kala Bajo. Intervinieron los tabores
de Regulares de Tetuán N.º 1; la
VI Bandera en la columna, protegiendo
el convoy y por la izquierda, el teniente
coronel Muñoz Barrero apoyó
con los cazadores de Talavera. Tras
dos asaltos, los legionarios consiguieron
expulsar a un enemigo disminuido
por los esfuerzos y las bajas de
los días anteriores. Descargadas las
acémilas, los artilleros cargaron con
fardos y agua hasta la posición. En
esta acción cayó para siempre el legionario
Salvador García Blanco, única
baja mortal de la jornada en las filas
legionarias. De esta manera, el agua y
el sustento entraron en Kala Bajo.
El coronel Virgilio Cabanellas recordaba,
emocionado, su encuentro con Munar:
«Cuando vi a Munar el 17, después
de relevado, tenía toda la ropa destrozada
y la espalda y brazos arañados al
entrar en la avanzadilla arrastrándose
bajo la alambrada, y las manos quemadas
por el fusil con tanto fuego como
tuvo que hacer toda la noche».
El coronel encontró a un Munar con
las trazas de héroe y pordiosero, que
con frecuencia marchaban unidas en
aquellos días. Deshecho y orgulloso,
sucio, oliendo a pólvora, a guerra y a
muerte, pero dueño de la avanzadilla.
En el combate contra los rebeldes había
vencido el suboficial Munar. Una
vez más, el soldado español había hecho
relumbrar los valores de disciplina,
patriotismo, espíritu de sacrificio
y voluntad de vencer y, sin más armas
que su Mauser, acompañado por dos
legionarios, se alzó victorioso ante un
enemigo muy superior.
La columna regresó a Xauen, dejando
atrás al capitán Juan Pérez Emparán
al frente de la 2.ª Compañía de
cazadores de Figueras guarneciendo
Kala Bajo. En el camino Munar fue requerido
por Cabanellas para entrar
en el campamento en cabeza de la
columna. El suboficial, que era persona
modesta, después de tres días
de intensos combates, se encontraba
completamente agotado; aun así, se
compuso el correaje y se estiró el maltrecho
uniforme. El cortejo de recepción
carecía de todo lujo: una pobre y
esforzada charanga de cazadores que
interpretó los sones de una composición
legionaria en honor al nuevo héroe
mientras se sucedían vítores dedicados
a la Legión y a Munar. Todos
veían ya refulgir la Cruz Laureada sobre
el ajado uniforme del legionario.
El artículo 50 del reglamento de la
Orden de San Fernando coincidía
con la gesta de Munar: «Introducir
en la plaza, bloqueada o sitiada, un
convoy de municiones o provisiones,
con fuerzas inferiores en dos tercios al
total del sitiador». Tras un largo juicio
contradictorio, la merecida condecoración
llegó años más tarde, el 18 de
julio de 1928.
El capitán García Colomo citó unas
elogiosas palabras en su declaración
para la concesión de la laureada al
suboficial Bartolomé Munar: «… el
comportamiento del suboficial Munar
fue quizás, en aquella columna que tan
valientemente combatió y donde tanta
gente se excedió en el cumplimiento
de su deber, el caso más exaltado de
valor y sacrificio y ejemplar para los demás
en los días más difíciles de la situación
de la columna en Xauen».
El capitán García
Colomo resumía
así la acción
de Munar: «…
el suboficial
Munar demostró
un temple de
espíritu y un
valor y sacrificio
difícilmente
igualables …. El
caso más exaltado
de valor, sacrificio
y ejemplaridad
para los demás»
NOTAS
1. Al comandante De Rada Peral le
concedieron la Medalla Militar Individual.
2. A Permuy le fue concedida la Medalla
Militar Individual.
3. Muerto (+); Herido (H).
4. Juicio contradictorio Orden de San
Fernando a Munar. Los cartuchos
de 7 mm se presentaban en paquetes
de cinco unidades, cada tres
paquetes en una caja de cartón y
el centenar de estas en un cajón de
madera atornillado. Así llegamos a
1500 cartuchos por caja.
5. Ídem.■