establecer la tecnología como soporte
fundamental, lo que le permitiría
una mayor potencia de combate con
menor número de recursos humanos
(optimización).
Las potencias mundiales durante el
trascurso del tiempo han utilizado continuamente
la innovación para aumentar
la eficacia de sus fuerzas militares,
lo que en la actualidad está altamente
relacionado con las nuevas tecnologías
para el combate, las cuales, en su
mayoría, van asociadas a la IA.
Es indudable que estas nuevas tecnologías
repercutirán de forma notable
en el diseño de los ejércitos. En el estudio
de Argumosa, 2017, se describe
un escenario mundial caracterizado
por determinados rasgos y tendencias,
donde las nuevas tecnologías
son protagonistas de forma directa e
indirecta: surge el ciberespacio como
el quinto dominio de operaciones
militares en el que Estados o actores
no estatales, militarmente débiles,
son capaces de adquirir poderosas
capacidades; emerge también una
creciente demanda de utilización de
vehículos no tripulados que apunta
hacia una guerra robotizada dirigida
por especialistas distantes del escenario
del conflicto. IA supone actualmente
una evolución rupturista en
todos los procesos industriales (industria
40 / Revista Ejército n.º 955 • noviembre 2020
4.0) y acelerará la introducción
de robots autónomos, desarrollará
aviones de combate no tripulados y
se incorporará a sistemas de armas
autónomos. Todo ello conducirá a lo
que se llama Internet of Intelligent Battle
Things (internet de las cosas en la
guerra inteligente) como una realidad
emergente del combate (Kott, 2018).
El impacto potencial de la IA en la defensa
del futuro es innegable, no será
uniforme y habrá áreas en las que
será más notable: conocimiento de
la situación, inteligencia, operaciones
Ética en la inteligencia artificial
en el ciberespacio, apoyo a la toma
de decisión, vehículos autónomos,
robots y funciones logísticas, lo que
alterará las capacidades ofensivas y
defensivas, como ya sucedió con la
tecnología aeroespacial o la nuclear.
Muchas de las guerras modernas ya no
se libran en el campo de batalla, sino en
la esfera digital; ahora cualquier ciudadano
de a pie puede ser atacado a través
de sus dispositivos personales en
forma de noticias falsas, desinformación
y otras técnicas de manipulación,
persuasión y ocultación que consiguen
desestabilizar procesos electorales y
amenazan el propio modelo occidental
de vida y gobierno. Las tecnologías
de IA aplicadas son y serán aún más
capaces de reunir, evaluar y entregar
cantidades inimaginables de datos
(CESEDEN, 2018). No es exagerado
afirmar que quien maneja información
y datos de forma intensiva, eficaz y eficiente
dispone de una nueva arma.