REVISTA EJÉRCITO
N.º 956 EXTRAORDINARIO NOVIEMBRE
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CONCLUSIÓN
A modo de conclusión puede establecerse
que los desafíos que
plantean los conflictos futuros son
impredecibles. Sin embargo, los
conflictos pasados demuestran que
los fuegos jugarán un papel crucial.
Históricamente, las naciones que
se vanagloriaban de tener más experiencia
de combate que sus potenciales
adversarios no vieron reflejada
esa teórica «ventaja» en los
combates futuros, por lo que no pudieron
prevenir pérdidas catastróficas.
Si nos retrotraemos a la Primera
Guerra Mundial, tanto el ejército
francés como el británico tenían
más experiencia que Alemania en
combate y en la realización de operaciones
expedicionarias; sin embargo,
ninguna de estas naciones
estaba preparada o entrenada para
luchar en las condiciones de las etapas
iniciales de la guerra. Comparativamente,
el ejército de Estados
Unidos podría encontrarse en una
situación similar, sin la preparación
y modernización adecuadas (tal y
como ya les ocurrió en 1914 a Francia
y Reino Unido) para hacer frente
a una futura operación de combate
a gran escala4.
A pesar de la experiencia adquirida
en las operaciones de combate
en Irak y Afganistán, los norteamericanos
se enfrentarán en el futuro a
conflictos donde la complejidad de
las operaciones de combate a gran
escala en nada se parecerá a lo enfrentado
en las últimas décadas.
Años desarrollando operaciones
de contrainsurgencia en la denominada
guerra contra el terror parecen
haber degradado la función de
combate fuegos, dejando en un segundo
plano la actualización de los
sistemas y el desarrollo de nuevas
capacidades, lo que los sitúa, cuando
menos, en una posición comprometida
respecto a sus principales
adversarios, que han sabido aprovechar
estos años para aumentar sus
capacidades.
En los conflictos futuros se llevarán
a cabo operaciones multidominio
(tierra, aire, mar, espacio y ciberespacio),
lo que obligará a capacitarse
adecuadamente para contrarrestar
las capacidades potenciales de los
adversarios. Es en este nuevo escenario
donde se hará más necesario
proyectar la potencia de fuego en todos
esos dominios para garantizar
la libertad de acción (cross-domain
fires). En este sentido, los fuegos de
largo alcance y alta precisión (LRPF,
por sus siglas en inglés) se antojan
fundamentales para alcanzar el éxito,
ya que permitirán dar respuesta
a uno de los principales retos que se
encontrarán: el ya mencionado acceso
al espacio de batalla. Estas nuevas
capacidades deberán permitir hacer
frente a los sistemas enemigos de
negación y acceso de área (A2/AD),
lo que posibilitará alcanzar la tan necesaria
libertad de maniobra. Por
ello, gracias al empleo de los avances
tecnológicos y los desarrollos puestos
en marcha en el campo de los sistemas
de apoyos de fuego terrestres,
el Ejército de Estados Unidos espera
dar el salto necesario para estar a la
altura de sus adversarios potenciales
en los escenarios futuros, donde prevalecerán
los conflictos a gran escala
entre contendientes de similares capacidades.
NOTAS
1. Fires Center of Excellence (2018).
«Long-Range Precision Fires» en
línea. Stand-To! The Official Focus
of the U.S. Army, 17 de enero
de 2018 Fecha de consulta:
13/03/2019. Recuperado de:
https://www.army.mil/standto/
2018-01-17.
2. RAND Corporation (2019). Army
Fires Capabilities for 2025 and
Beyond. RAND Corporation.
3. El Paladín es un sistema de artillería
autopropulsado de calibre
155 mm empleado como la principal
capacidad de apoyo de fuego
indirecto para las brigadas de
combate del Ejército americano
(BCT, por sus siglas en inglés).
4. Cohen, E. A. (2018). The Big Stick:
The Limits of Soft Power and the
Necessity of Military Force. Nueva
York: Basic Books, p. 197.■
Proyectil XM113 con propulsor cohete. Fuente: Ejército de Estados Unidos, 2019,
recuperado de Defensa.com