REVISTA EJÉRCITO
N.º 956 EXTRAORDINARIO NOVIEMBRE
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ORÍGENES DE LAS
MUNICIONES INTELIGENTES
Con el paso del tiempo, los conflictos
han evolucionado y, con ellos,
tanto las tácticas, técnicas y procedimientos
de los distintos actores
que toman parte en ellos como
los materiales usados. Durante gran
parte del siglo pasado, en los conflictos
armados no solo no se evitaba el
daño sobre la población civil y las infraestructuras
no militares, sino que
a menudo se utilizaba el ataque sobre
estas para hacer presión o simplemente
como campo de pruebas
de nuevas armas y municiones. Eran
conflictos de gran intensidad, con
escenarios de batalla relativamente
pequeños y una alta densidad de
fuerzas armadas. En la mayor parte
de los casos, la población huía o se
escondía durante los combates, dejando
un espacio de batalla vacío de
elementos civiles donde las infraestructuras
eran prescindibles. Sin embargo,
con la guerra de Vietnam aparece
un nuevo concepto del espacio
de batalla, mucho más grande, con
poca densidad de fuerzas regulares
y gran densidad de elementos civiles,
todo ello sumado a una gran cantidad
de elementos insurgentes enmascarados
numerosas veces como
elementos civiles. Es el comienzo de
los conflictos híbridos.
En este conflicto empieza a sentirse
gran preocupación social por toda
baja o pérdida no militar, ya sea en la
población propia o en la contraria, y
aparece el término daño colateral. La
USAF lo define como «el daño producido
sobre aquellos recursos (sean o
no militares) que rodean a un objetivo
alcanzado por un ataque o acción
directa, siendo el objetivo fuerzas
enemigas o instalaciones militares».
Estos daños cada vez son más impopulares
debido al poder creciente
de los medios de comunicación y la
sensibilización de las sociedades occidentales.
Conflictos posteriores, como las
guerras del Golfo, las guerras de
los Balcanes, la guerra de Afganistán
o el conflicto sirio han puesto de
manifiesto la importancia de evitar
cualquier daño colateral. Con una
población totalmente sensibilizada
ante cualquier incidente y una capacidad
casi inmediata para difundir
estos daños a todo el mundo a través
de las redes de comunicación móviles,
cualquier error puede tener un
gran coste mediático y político.
Por este motivo, surge durante la
guerra de Vietnam un nuevo concepto
de municiones para fuegos indirectos:
las municiones guiadas de
precisión (PGM, por sus siglas en inglés),
las cuales utilizan una serie de
elementos electromagnéticos capaces
de procesar información referente
a la posición relativa entre el objetivo
y el propio proyectil, establecer
una serie de comandos de guiado y
provocar una respuesta en determinados
elementos del proyectil para
modificar su trayectoria y guiarlo hacia
su objetivo con precisión.
Si bien el uso de las PGM al principio
se restringió casi de manera exclusiva
a proyectiles aire-tierra, debido
al alto coste tanto del proyectil
como de la plataforma de uso, esta
tecnología se ha implementado en
las municiones tierra-tierra. Estas
nuevas municiones han vuelto a dotar
de un papel importante a la artillería
de campaña, rol que era casi nulo
en los conflictos asimétricos o en zonas
urbanizadas. Esto se debe a que
el radio de letalidad para un proyectil
rompedor estándar de 155 mm es
de 200 m y el error probable circular
(CEP, por sus siglas en inglés) en estos
proyectiles ronda los 150 m a distancias
de 20 km. Por tanto, si sumamos
estos errores al radio de acción
de la munición, su uso es totalmente
inviable en zonas con presencia no
combatiente.
ADAPTACIÓN DE LAS
MUNICIONES A LOS
NUEVOS TEATROS
Al enfrentarse a nuevos escenarios,
la artillería de campaña ha tenido que
afrontar nuevos retos. Estos son básicamente
abarcar un mayor radio de
acción, debido a la amplitud de los
nuevos teatros, y conseguir una precisión
capaz de minimizar al máximo
cualquier daño colateral. Para ello, se
ha trabajado en mejorar la aerodinámica
de los proyectiles, aumentar el
poder de las cargas de proyección y
crear proyectiles y espoletas capaces
de corregir en vuelo sus trayectorias
para conseguir una altísima
precisión.
La mejora de la capacidad aerodinámica
de los proyectiles ha conseguido
aumentar el alcance y reducir su
CEP. Esto se ha alcanzado cambiando
la forma de los proyectiles para
que ofrezcan una menor resistencia
al aire y que su rozamiento sea menor,
así como minimizando las turbulencias
que se producen durante
la trayectoria.
Uno de los factores clave para conseguir
una mejora significativa en el
alcance de un proyectil de artillería
surge con la aparición del efecto
base bleed (BB), que viene a significar
sangrado de base. Es un sistema
por el cual un elemento acoplado
en el culote del proyectil quema
una mezcla de gases durante su
vuelo que, si bien no le otorgan ningún
tipo de propulsión adicional, rellenan
el vacío que se produce justo
debajo del culote y evitan las turbulencias,
consiguiendo así una mejora
significativa en alcance y precisión.
También se han modificado los materiales
de los vasos de los proyectiles
para que estos sean menos pesados,
puedan contar con una mayor
carga explosiva y su fragmentación
sea más eficiente.
Con estas mejoras, el Ministerio de
Defensa adquiere para sus unidades
de artillería los nuevos proyectiles
ER02A1 de la empresa Expal, un
proyectil aerodinámico de alcance
extendido, con una mayor carga de
guerra y la posibilidad de añadirle un
suplemento BB. Estos nuevos proyectiles
proporcionan un incremento
de alcance y precisión muy notable
con respecto a los estándar.