General Juan Francisco Sanz Díaz, jefe del Sistema de
Mando y Control del Ejército del Aire
«Una operación militar es
imposible sin el espacio»
EL espacio ha adquirido en las últimas
décadas una importancia crítica en las
sociedades desarrolladas. En todos
los ámbitos; también en el de la seguridad y
la defensa. La dependencia creciente de este
medio hace necesario garantizar el acceso al
mismo por lo que los activos espaciales son
considerados estratégicos por todas las naciones
y, como afirma el general Juan Francisco
Sanz Díaz, jefe del Sistema de Mando y Control
del Ejército del Aire, «es absolutamente
necesario protegerlos ante cualquier tipo de
riesgo o amenaza». Para ello, hay que contar
con sistemas que permitan el control, la
vigilancia y el seguimiento de toda la actividad
que se desarrolla en un espacio cada vez más
demandado y congestionado.
—General, ¿qué importancia tiene el espacio
en el ámbito de la seguridad y la
defensa?
—Hoy en día, resulta imposible concebir el planeamiento
y la conducción de las operaciones
militares sin contar con las capacidades que
proporciona el espacio en múltiples aspectos.
Por ejemplo, en la capacidad de obtener inteligencia
de imágenes, inteligencia electrónica y
de señales o aportando elementos esenciales
de información en los procesos de targeting o
de valoración de daños de combate.
Los sistemas espaciales proporcionan servicios
de posicionamiento global necesarios
para el funcionamiento de los sistemas de
armas modernos y los satélites de comunicaciones
son necesarios para establecer estructuras
de mando y control a cualquier nivel
de las operaciones militares. Sin ellos sería
impensable atender a la globalidad de las crisis
y conflictos actuales. Estos sistemas también
apoyan a las operaciones con la alerta temprana
frente al lanzamiento de misiles balísticos
y proporcionando información meteorológica
para el planeamiento y conducción.
Es importante conocer los sobrevuelos que
pueden realizar los satélites de los adversarios
sobre zonas de interés o territorio nacional,
cuáles son sus capacidades antisatélite,
y la calidad de la señal que proporcionan los
sistemas de posicionamiento o navegación.
La meteorología espacial también tiene un
impacto importantísimo en el funcionamiento
de los propios satélites porque la mayor parte
de sus componentes son electrónicos y se
ven muy afectados por los fenómenos meteorológicos
espaciales. Estos, además, afectan
a infraestructuras críticas como las redes de
distribución de electricidad, comunicaciones y
a los sistemas terrenos. Y hay que tener en
cuenta una serie de riesgos y amenazas de
carácter no intencionado que derivan de objetos
naturales que también están en el espacio
y pueden generar problemas a los activos propios
como pueden ser meteoritos, asteroides
y, muy especialmente, la basura espacial.
Hélèlene Gicquel
—¿Cómo se está adaptando España a este
nuevo desafío?
—Se han llevado a cabo acciones en distintos
ámbitos. Por ejemplo, el convenio de
colaboración firmado en julio de 2017 entre
la Secretaría de Estado de Defensa, la Secretaría
General de Industria y de la Pequeña
y Mediana Empresa y el Centro de Desarrollo
Tecnológico e Industrial del Ministerio de
Ciencia e Innovación que establece las bases
de cooperación entre los distintos actores
a nivel nacional con capacidades en este
campo.
A nivel operacional, hay que destacar la Directiva
Inicial Militar 1/2018 del JEMAD y el Plan
de Operaciones Marco 00059 del CMOPS donde
se establece que la vigilancia y defensa del
espacio ultraterrestre es un objetivo estratégico
militar y que esa misión es responsabilidad del
comandante del Mando de Defensa y Operaciones
Aéreas, que es el jefe del Mando Aéreo
de Combate del Ejército del Aire.
Particularizando en las iniciativas del Ejército
del Aire, la primera ha sido la directiva del
JEMA 6/2018 para la implantación de la capacidad
de vigilancia espacial de este Ejército. Y
uno de los elementos claves de esa implantación
ha sido la creación del COVE.
—¿En qué momento se encuentra el COVE?
—Está en fase de implantación. En 2016
identificamos al personal que podría ser el
núcleo fundamental sobre el que crear esta
capacidad y, recientemente, se ha aprobado
la plantilla orgánica. Lo estamos dotando de
infraestructuras, se han realizado diversas
actuaciones en materia de formación y perfeccionamiento
con la creación de una especialidad
fundamental de Defensa y Control Aéreo,
la realización de cursos sobre operaciones
espaciales, etcétera. También, en lo que respecta
al adiestramiento, llevamos desde 2017
participando en el ejercicio Global Sentinel, en
EEUU, donde asisten todas las naciones con
un peso específico en la vigilancia espacial, y
en los Trident de la OTAN creando células de
gestión de eventos espaciales en el escenario
del ejercicio.
—¿Qué capacidades tendrá el centro en
los próximos años?
—Tenemos que seguir dotándonos de sensores
porque, junto a la cooperación, son elementos
básicos para generar la información
que ayude al desarrollo de las operaciones
espaciales o realizar operaciones desde el
propio espacio así como aumentar el conocimiento
de la situación aeroespacial, que es lo
fundamental. Tenemos que profundizar en las
relaciones con los países más avanzados en
estas cuestiones, determinar qué modelo de
relación vamos a mantener con el componente
civil, avanzar en el concepto de operación
del COVE y en el establecimiento de todas
las tácticas, técnicas y procedimientos. Y en
lo que respecta al radar de Morón, en un futuro
inmediato pretendemos que su control operativo
sea transferido al Ejército del Aire.
36 Revista Española de Defensa Julio/Agosto 2020