A N Á L I S I S
La pandemia ha ayudado a concienciar a la sociedad
de la gravedad que supone la diseminación
intencionada de información falsa
DESINFORMACIÓN
en tiempos del COVID-19
Teniente coronel Vicente Díaz de Villegas Roig
Gabinete del SEGENPOL
POCOS sucesos en la historia reciente han puesto de manifiesto
tan repentina y despiadadamente las vulnerabilidades
y la fragilidad de la sociedad actual como el brote
de COVID-19. En unos pocos meses, el virus ha transformado
profundamente la vida en todo el mundo. El desafío para
nuestras sociedades tiene un alcance sin precedentes y las consecuencias
de la pandemia aún están en proceso de evaluación.
La incertidumbre generada por esta nueva enfermedad ha obligado
a un aislamiento social que ha provocado inseguridad económica,
un caldo de cultivo propicio para la manipulación de la
información. La psicología humana afronta la incertidumbre predisponiendo
a los individuos a buscar respuestas que ayuden a entender
lo que sucede. En la búsqueda por una recompensa cognitiva,
el ser humano puede forzar atajos mentales y cometer errores de
lógica que le lleven a aceptar conclusiones falsas.
La historia muestra que la desinformación generalizada es una
característica común en las pandemias, como lo fue a principios
del siglo XX durante la mal llamada «gripe española».
La infosaturación, verdadera, falsa o inexacta, acerca del COVID
19, dificulta que los ciudadanos identifiquen las fuentes de información
fiables. Esta «infodemia», como la ha definido la Organización
Mundial de la Salud (OMS), se ha propagado tan rápido como el virus.
¿MANIPULACIÓN INTERESADA? ¿MANIPULACIÓN
ORGANIZADA?
Es importante reconocer que la mayor parte de esta proliferación
no tiene intenciones maliciosas. Si bien los arquitectos principales
de las narrativas falsas a menudo están motivados por causas
egoístas, como el rédito o deseo de reconocimiento, muchos de
sus acólitos son simplemente víctimas del engaño y contribuyen a
la difusión de estos contenidos a partir de una creencia genuinamente
equivocada. Por ello, es importante distinguir las diferentes
formas de manipulación de la información (disinformation) de otras
formas de desinformación no interesada (misinformation). La manipulación
es moralmente reprensible porque aprovecha intencionadamente
los miedos y vulnerabilidades de la sociedad.
Una parte considerable de la manipulación de la información, ya
sea con fines políticos o económicos, procede, o está patrocinada,
por potencias extranjeras. Estas campañas de desinformación requieren
un alto nivel de coordinación entre diferentes departamentos
que les permita sincronizar los mensajes emitidos por canales
públicos para difundir la narrativa oficial con los transmitidos, a menudo
en diferentes idiomas, por redes «no-oficiales».
Sin embargo, estas acciones se han visto mermadas cuando la
pandemia ha afectado a los propios estados generadores de desinformación,
ya que la manipulación de contenido sobre COVID-19
podría también propagar el pánico en sus territorios. Por este motivo,
la tendencia actual es la de disminuir la desinformación más
agresiva, permitiendo que se comuniquen algunas teorías de conspiración,
que pueden satisfacer audiencias tradicionalmente leales
y receptivas a tales contenidos.
RIESGOS PARA LA SALUD Y PARA LAS LIBERTADES
La desinformación sobre el coronavirus ha afectado a la salud pública
y, sobre todo, a las libertades individuales. Los impactos más
destacados han sido los relacionados con la salud cuando se propagan
campañas contra la vacunación, curas falsas y teorías conspiratorias.
Los mensajes falsos sobre las vacunas están relacionados
con el llamado «terrorismo de vacunación» que a menudo implica
38 Revista Española de Defensa Julio/Agosto 2020