La OTAN ha asumido un papel proactivo,
anticipándose a los cambios previstos
oponente, sus objetivos y las opciones de las que dispone para alcanzarlos.
Se llega a ella a través de la combinación del intelecto
humano y la tecnología disponible. Su consecución debería, entre
otros beneficios, facilitar la comprensión del entorno operativo y proporcionar
las herramientas adecuadas al nivel político-militar a la vez
que se protege y agiliza su proceso de toma de decisiones.
El segundo es el denominado
«Resiliencia por Niveles
» (Layered Resilience)
que consiste en la capacidad
del Instrumento Militar
para resistir un ataque o
sostener un esfuerzo prolongado
en el tiempo y está
íntimamente ligada a la capacidad
de la sociedad (civil
y militar) para mantener
las infraestructuras críticas,
la logística, el transporte, el
orden público y los elementos
de gobierno necesarios.
Para ello, se identifican tres
niveles de resiliencia que
resultan interdependientes
y que es necesario desarrollar
y mantener: la resiliencia
militar, la cívico-militar
y la civil. La resiliencia por
niveles se identifica así,
para la Alianza, como una
responsabilidad nacional a
la vez que un compromiso
colectivo.
El tercero, la «Influencia
y proyección de Poder
» (Influence and Power
projection) incluye las capacidades
de proyectar el
poder y de influir, no solo en los dominios físicos tradicionales sino
también sobre los dominios espacial, cibernético o cognitivo, y es
imprescindible para asegurar la estabilidad en zonas de interés para
la Alianza. Esta capacidad de proyección e influencia debe generar
efectos de amplio espectro, desde no letales-no cinéticos hasta
letales-cinéticos. De este modo, se consigue ofrecer al nivel político
una variada gradación de opciones que permita tomar las decisiones
adecuadas para disuadir y/o confrontar de manera eficiente las
acciones del resto de actores.
En cuarto lugar se situaría la «Transversalidad de Mando en los
dominios» (Cross-domain Command), asumiendo que en un futuro
cada vez más cercano, el éxito del Instrumento Militar de la Alianza
dependerá en buena medida de la capacidad de sus mandos
para operar en ambientes en los que se solaparán dominios físicos
y virtuales. Los futuros líderes militares deberán ser capaces, en
consecuencia, de desarrollar
su función en un entorno
que desde las actuales
operaciones conjuntas está
evolucionando hacia lo que
ya se considera como operaciones
multidominio. Para
ello, será necesario implantar
nuevos procesos en los
que se integren el tradicional
sistema centralizado de
sincronización de acciones
y efectos, con uno descentralizado
y que proporcione
mayor transversalidad, agilidad,
velocidad y resiliencia.
Y el quinto sería la denominada
«Defensa Integrada
multidominio» (Integrated
Multi-Domain Defence). En
el entorno operativo previsto,
será necesario que los
aliados pongan en común
todo el conjunto de capacidades
de las que disponen
para hacer frente a las
amenazas de dicho entorno
operativo. Para ello, será
fundamental definir un marco
normativo que permita
integrar el conjunto de las
capacidades para que sean
interoperables desde el primer
momento de la crisis o el conflicto (Zero-day Integration).
En el marco de los Imperativos descritos, y con el fin de articular
el desarrollo del Instrumento de Fuerza Militar de la Alianza, el
NWCC establece cinco Líneas de Desarrollo (Lines of Delivery) para
cada uno de estos Imperativos, proponiendo un camino realista por
medio de la Agenda de Desarrollo (Warfare Development Agenda,
WDA), que guiará la trayectoria de la Alianza en el desarrollo de sus
capacidades. Además de la distribución temporal de cada una de
Diciembre 2021 Revista Española de Defensa 45