fuerzas armadas
La BRIPAC lidera el ejercicio conjunto combinado de
infiltración paracaidista más importante en Europa
respectivamente. Para los militares aliados
adiestrarse en España supone una
oportunidad única. «Un objetivo —dice
el comandante Rolán— muy difícil de
cumplir en sus países, debido a las condiciones
meteorológicas poco propicias
para este tipo de entrenamiento y a la
saturación del espacio aéreo».
«El cielo de León es amplio y muy
abierto», especifica el capitán Fernando
Valencia, jefe de la Compañía de Reconocimiento
Avanzado (CRAV) de la
BRIPAC, en la que se integra la patrulla
del sargento primero Segovia. Se refiere
a las dimensiones (30.000 pies de techo
y 25.000 millas de longitud), y al escaso
tráfico aéreo comercial sobre la vertical
de la Academia de Suboficiales del Aire.
«Gracias a ello, hemos realizado navegaciones
de hasta 42 kilómetros de recorrido
», afirma satisfecho en el interior del
C-295 a punto de despegar.
Momentos después, iniciado el vuelo,
el capitán y los miembros de su equipo
se conectan a una de las 23 «bocas» de
oxígeno puro distribuidas en la cabina
del avión por las que respiran supliendo
su progresiva ausencia conforme asciende
la aeronave hasta alcanzar el techo
operativo de los lanzamientos HALOHAHO.
Esa toma de oxígeno les permite
eliminar el nitrógeno de la sangre antes
de saltar del avión, evitando así, durante
el descenso, los estados de hipoxia hipobárica
—dolor de cabeza, somnolencia,
desmayos…— provocados por las bajas
presiones o enfermedades descompresivas
como la embolia pulmonar.
La «desnitrogenización» de los saltadores
durante el vuelo y el control previo
en tierra, antes de embarcar, de sus
equipos de oxígeno —casco, máscara,
botellas...— se realizan bajo la supervisión
del jefe de salto y de los técnicos de
oxígeno y de entrenamiento fisiológico.
Son los black monkey, conocidos así por
el color negro de su mono de vuelo, que
les distinguen en el interior de los aviones
y en las áreas de embarque y de caída
como miembros de la Compañía de
Lanzamientos de la BRIPAC.
Esta unidad es la responsable técnica
de todos los saltos que ejecutan los militares
del Ejército de Tierra, no solo de
la Almogávares VI, también del MOE y la
Escuela Militar de Montaña y de Operaciones
Especiales. Sus miembros trabajan
entre bambalinas en las instalaciones
de la BRIPAC en Paracuellos del Jarama
o en los hangares de las bases aéreas
durante sus despliegues. Su cometido es
reparar, supervisar y mantener, por una
parte, los equipos y sistemas de oxígeno
y, por otra, plegar los paracaídas de los
lanzamientos en apertura automática y
de todos los de reserva o de emergencia.
ESCALÓN AVANZADO
En los de la modalidad HAHO, a tan alta
cota, los componentes de estas pequeñas
Saltadores de Países Bajos revisan el estado de sus paracaídas y preparan su equipo
de combate y sus mochilas dentro del hangar, casi una hora antes de subir al avión.
unidades caen enmascarados, ya sin un
gramo de nitrógeno en la sangre, respirando
todavía oxígeno puro —el que les
niega la atmósfera a esa altitud—, ahora
conectados a las dos botellas que portan
sujetas al pecho. Protegidos con traje y
guantes de goretex soportan temperaturas
de hasta 20 grados bajo cero, lo que
evita que la humedad ambiente enfríe
su cuerpo, pero no así que su peso aumente.
El agua que les empapa al atravesar
las nubes supone un sobrepeso y
se suma a los más de 40 kilos del material
de combate y aquel de supervivencia
contenido en la voluminosa mochila que
se zarandea colgada bajo sus piernas.
«La práctica de esta modalidad de
paracaidismo militar requiere de mucha
técnica, esfuerzo y preparación», destaca
el capitán Valencia antes de despegar
a bordo del C-295. En el interior de la
aeronave puede respirarse la tensión
previa a un lanzamiento a 8.000 metros
de altitud. Sentado, a punto de comenzar
a tomar oxígeno puro, el oficial de la
BRIPAC es consciente de que cualquier
problema fisiológico manifestado durante
el vuelo o el descenso por alguno de
los componentes de una patrulla obligaría
a abortar la misión de estas reducidos
equipos operativos. Ellos son el escalón
avanzado en apoyo a la posterior proyección
aeromóvil o helitransportada
del grueso de la fuerza. «Necesitamos
tener ojos sobre el objetivo con anterioridad
en la zona de conflicto, de manera
anticipada y encubierta, para poder
desplegar posteriormente contingentes
que ejecuten las operaciones militares
visibles por todo el mundo», subraya el
comandante Rolán mientras observa la
salida del avión de transporte C-295 con
18 paracaidistas a bordo dispuestos a
lanzarse al vacío a alta cota y descender
navegando durante muchos kilómetros
rumbo a territorio hostil.
José Luis Expósito
Fotos: Pepe Díaz
Julio/Agosto 2022 Revista Española de Defensa 41