respeto de los derechos y libertades fundamen-tales,
fomentar la igualdad de derechos entre los
ciudadanos, sin ningún tipo de discriminación y
desarrollar el máximo respeto a los valores demo-cráticos
y constitucionales.
En esta línea, el general de brigada Antonio
Romero Losada señalaba en un artículo de la Re-vista
Ejército2 que «La preparación moral de la
fuerza no es solamente una acción más del man-do,
sino que representa una auténtica tarea de
formación constante de todos nuestros subordi-nados,
a todos los niveles, que no podemos des-cuidar
».
Si bien es evidente que el liderazgo que re-quieren
las operaciones actuales, basado en un
mando orientado a la misión, se pone en práctica
con iniciativa, amor a la responsabilidad y deci-sión
para resolver, también es necesario atender
a aquellas otras dimensiones éticas que el ejerci-cio
de la profesión militar entraña. De este modo,
cuando un profesor asume su labor docente y
se plantea preparar la instrucción y contenidos
de clase en ámbitos relacionados con «hacer lo
correcto» -la praxis moral, en defi nitiva- pueden
surgir diferentes aproximaciones y una búsque-da
constante para plantear modelos ejemplares
y plausibles; especialmente cuando es necesa-rio
fomentar la iniciativa, desarrollar el amor a la
responsabilidad, actuar con decisión y resolver
situaciones complejas en frecuentes entornos de
incertidumbre .
En este sentido, integrar la Ética en la forma-ción
militar implica, por una parte, formar en lide-razgo
a los mandos, pero también hay, al menos,
otras dos dimensiones fundamentales que deben
constituir la preparación moral de la Fuerza, que,
hasta el momento, no han sido tratadas sufi cien-temente
en el ámbito de seguridad y defensa es-pañol.
Por una parte, la función propia de la pro-fesión
militar implica, a menudo, que el personal
desplegado deba tomar decisiones que conlle-van
algún tipo de elección con repercusiones éti-cas
que pueden comprometer la misión misma;
y, por otro lado, el resultado de tales elecciones,
incluso el hecho mismo de tener que enfrentarse
a una toma de decisión en situaciones dramáti-cas,
puede tener un impacto psicológico consi-derable
en el propio militar.
Aunque las decisiones que se toman en el
marco de una misión pueden ser muy variadas e
implicar cuestiones éticas de forma limitada, en
ocasiones, estas surgen en situaciones de estrés
e incluso pueden resultan traumáticas si ocurre
que cualquier resultado de la elección implica
un coste moral. La fi lósofa Nancy Sherman ha tra-tado
estas cuestiones en obras como Afterwar:
healing the moral wounds of our soldiers (2015) o
Stoic warriors: the ancient philosophy behind the
military mind (2005). Sherman ha dedicado gran
parte de su investigación al estudio de la forma-ción
del carácter militar y ha examinado, desde
la propia voz del personal desplegado en confl ic-tos,
las heridas y experiencias traumáticas vividas
en el seno de una misión, rastreando mediante
el análisis de sus narrativas sus innegables raíces
morales.
En la esfera española la cuestión de la forma-ción
moral en la toma de decisiones militares re-quiere
siempre especial atención y una continua
preparación como elemento determinante por
ser crucial para lograr un impacto efi ciente de las
misiones encomendadas a los ejércitos.
18 Armas y Cuerpos Nº 150 ISSN 2445-0359