11
impacto considerable, porque ha materializado
el riesgo que supone depender
de un proveedor dominante o
de suministros procedentes de localizaciones
alejadas y supone una llamada
de atención sobre estos riesgos,
que pueden materializarse también
por guerras o catástrofes naturales,
que pueden tener el mismo efecto.
La crisis del coronavirus ha puesto de
manifiesto una realidad preocupante:
la dependencia global de China
para la producción de productos farmacéuticos
y material sanitario. Alrededor
del 80 % de los productos farmacéuticos
vendidos en los Estados
Unidos se producen en China. La situación
no es muy diferente en Europa.
Este número, aunque preocupante,
esconde un problema aún mayor:
China es el proveedor más grande y, a
veces, el único proveedor mundial de
los componentes activos de algunos
medicamentos vitales. Por ejemplo,
controla una porción tan grande del
mercado de heparina que, en 2007, el
Gobierno de EE. UU. no tuvo más remedio
que continuar comprándoselo
incluso después de que un escándalo
de contaminación pusiera en duda su
calidad. La falta de proveedores alternativos
no dejó otra opción.
Cuando una enfermedad alcanza niveles
epidémicos, la primera obligación
de los líderes en cualquier país
es proteger a su propia población. El
problema real se plantea cuando una
crisis alcanza dimensiones globales,
lo que impide, o al menos dificulta, la
transferencia de excedentes de unas
zonas a otras. Seis semanas después
del reconocimiento internacional de la
epidemia, ya había escasez de equipos
de protección personal vitales
tanto en China como en los EE. UU. En
esta fase inicial, EE. UU. envió 2 millones
de máscaras y 11 000 equipos de
protección a Wuhan. Simultáneamente,
los líderes políticos chinos adoptaron
la decisión de prohibir la exportación
de determinados productos
farmacéuticos y materiales sanitarios
necesarios para tratar o proteger a su
propia población. Además, en la fase
más aguda de la crisis, reorientó el esfuerzo
de su industria en este sentido.
Pese a ello, cuando estos recursos
fueron necesarios en el ámbito global,
China no estuvo en condiciones de
cubrir la demanda.
La crisis del
coronavirus ha
dejado a muchos
países, incluido
EE. UU. y Europa,
en una situación
crítica por su
dependencia de
China
La crisis del coronavirus ha dejado
a muchos países, incluido EE. UU. y
Europa, en una situación crítica por
su dependencia de China. La situación
de escasez que ello ha provocado
ha llevado a muchos de ellos a
adoptar posturas controvertidas. Rusia
y Turquía prohibieron la exportación
de máscaras y respiradores. La
Administración Trump ha utilizado
esta escasez para amenazar con una
política proteccionista, argumentando
que Estados Unidos necesita
«traer a casa sus capacidades de
fabricación y cadenas de suministro
de medicamentos esenciales». En
Europa, una de las primeras consecuencias
del brote de coronavirus ha
sido la práctica desaparición de estas
máscaras del mercado. Cuando Italia,
desbordada por la pandemia, solicitó
ayuda a sus socios de la Unión Europea
(UE), ninguno respondió inicialmente
a su solicitud. Alemania y Francia,
a pesar de ser miembros de la UE,
supuestamente un «mercado único»,
hicieron lo mismo que Rusia y Turquía,
evitando la salida del país de los
recursos críticos. El Gobierno francés
llegó a adoptar una medida más
drástica: confiscar todas las máscaras
disponibles en el país. Finalmente,
Alemania y Francia rectificaron a los
pocos días, pero las autoridades de la
UE se quejaron de que tales acciones
socavaron la solidaridad e impidieron
que la UE adoptara un enfoque común
para combatir el nuevo virus.
Las naciones han experimentado los
problemas derivados de la falta de
control sobre las cadenas de producción
y suministro de productos esenciales.
Además, se ha puesto de manifiesto
que la presión ejercida por la
demanda puede obligar a relajar aún
más los controles de calidad. La crisis
de la heparina, de 2007, siendo
un problema de dimensiones mucho
más limitadas, ya puso de manifiesto
lo difícil que resulta exigir estándares
de calidad ante un proveedor
Construcción de un hospital de campaña en Wuhan