UN INSÓLITO Y COLOSAL
TESORO ESCONDIDO EN EL
AMPURDÁN
Fortaleza de San Fernando (Figueras)
En el artículo se realiza un recorrido por esta joya arquitectónica y cultural única, la
fortaleza de San Fernando de Figueras, se repasa sus diferentes hechos relevantes desde
el Tratado de los Pirineos hasta nuestros días, se esboza su amplio potencial desde el
punto de vista cultural y turístico, y se propone algunas ideas para que la más bella
fortaleza de la Europa de la Ilustración sea conocida, valorada y apreciada en España y
más allá de nuestras fronteras
Jesús Gómez Ruedas
Teniente coronel de Artillería
Amanece en Figueras y el Mediterráneo
sirve como espejo a los rayos de
sol que iluminan todo El Ampurdán.
Sopla la tramontana perfumando de
aire fresco una mañana otoñal de un
intenso cielo azul.
En la fortaleza de San Fernando el
cornetín de órdenes del escuadrón
anuncia el pienso. Los caballos relinchan
apremiando a su distribución, al
tiempo que el sonido de sus cascos
golpeando el empedrado de la majestuosa
caballeriza se convierte en estruendo.
Los lanceros del Regimiento Lusitania
46 / Revista Ejército n.º 949 • mayo 2020
revistan sus cabalgaduras y limpian
sus monturas antes del toque de
llamada de escuadrón.
Desde el baluarte de Santa Tecla el
capitán Fermín Cayuela1 observa a los
lanceros de su Escuadrón, al tiempo
que contempla la infinita llanura ampurdanesa.
Es día de inicio de operaciones
y en unas pocas horas la paz y
la armonía de este privilegiado paisaje
quedarán atrás para ser sustituidos
por ardores guerreros y olor a pólvora.
El siglo xix acaba de pasar a la página
de su último tercio, pero las Guerras
Carlistas escriben un nuevo capítulo
de este interminable y fratricida enfrentamiento.
El capitán Cayuela repasa
en su cabeza las instrucciones
recibidas, se asegura que sus lanceros
marchen convenientemente
pertrechados para la misión cuando
dejen atrás las puertas de la fortaleza…
¡y reza para que todos ellos regresen
a Figueras!
Esta fortaleza
constituye una
consecuencia
tardía de la
llamada Guerra
de los Treinta
Años