>> Palabras del General
En Almería, la unidad de música despidió con un concierto de Navidad en la nueva presidencia del patio de armas, a nuestro
director, el capitán Victor Enguídanos Royo; la familia del cabo caballero legionario Ricardo Figueroa nos deleitó con unos sentidos
villancicos; y todos ellos con la charanga de la Bandera de Cuartel General encabezada por el veterano legionario, cabo 1º
Rafael Medianero, nos hicieron disfrutar levantando nuestros corazones con nuevas interpretaciones a añadir al viejo repertorio
del cancionero legionario. Iniciativas llenas de sentimientos, como la suya y como otras -me consta- del Tercio Duque de Alba
que, propuestas año tras año, deben engrosar nuestro rico cancionero, pues prácticamente permanece como nos llegó tras las
experiencias vividas por muchos legionarios en «ese desierto inmenso de arena que a la aventura a mí…», y a todos siempre
nos lleva, como canta la copla legionaria.
En estas mismas fechas, hace cien años, entre el aluvión de legionarios iniciado a finales de septiembre, su encuadramiento y
organización en unidades tipo compañía y el traslado a Dar Riffien a mediados de octubre, La Legión daba sus primeros pasos
en la posición A –hoy, acuartelamiento García Aldave-. Lo hacía al ritmo marcado por el primer oficial llegado, el teniente Olavide
que, con el sólo auxilio de René –belga- y William –neoyorquino-, puso a funcionar la maquinaria legionaria. Nuestro primer
teniente y estos ayudantes escogidos entre los primeros alistados con formación militar anterior, fueron capaces «inexplicablemente
» – como afirma nuestro fundador-de obrar «el milagro» con todos aquellos que superaron la segunda prueba, la del «dolor
de garganta».
Pronto, se organizaron las tres primeras banderas -que lógicamente en este octubre han conmemorado su centenaria existencia-
y los oficiales elegidos para mandarlas, que estaban siendo destinados desde septiembre, comenzaron a presentarse inmediatamente
en Ceuta: el tiempo apremiaba y la labor era ingente. Desde mediados de octubre van llegando los jefes de Bandera.
El comandante Francisco Franco, lugarteniente de Millán-Astray en los tiempos fundacionales y jefe de la primera, eligió las
armas de la Casa de Borgoña para su guion -«la bandera de su Bandera»-. El comandante Fernando Cirujeda que organizó la II
Bandera y por cruenta enfermedad sería relevado al poco tiempo por el heroico comandante Carlos Rodriguez Fontanés, eligió
las armas de Carlos V. Y el comandante Candeira Sesteló, que «rompió con las armas legendarias e históricas, y respetando la
idea de que en su forma fuese la clásica de los antiguos tercios españoles como las otras, eligió, a petición de su gente, el tigre,
acompañando la propuesta de promesas de conducta en consonancia con el emblema elegido». El 31 de octubre estos primeros
legionarios juraron bandera en los llanos del Tarajal. Tras el ceremonial, «a los acordes de la Marcha Real se aleja por la carretera
la Bandera en que prestaron su juramento, la vemos alejarse con emoción, pero sin pena ¡No es nuestra propia Bandera, que aún
tenemos que ganar…! La Bandera de La Legión será la más gloriosa porque la teñirá la sangre de sus legionarios».
La característica de estos primeros meses fue «la actividad sin descanso ni sosiego; todo se hacía al mismo tiempo: organizar,
instruir, preparar el material, hacer marchas, ir al tiro y ensayar el servicio de campaña y los combates. Aquella rapidez tuvo su
fruto, porque recibieron orden de salir al campo, y el día 3 de noviembre, con menos de un mes de preparación el legionario más
antiguo y con unas horas de incorporación los recién llegados, salieron marchando hacia Uad Lau». A estos componentes de
la Bandera de Borgoña, le seguirían el 30 de diciembre los de la II Bandera y un día más tarde los que se convertirían tras su
entrada en combate en los «tigres de Buharrat» de la III Bandera.
Volviendo a nuestro presente, crece la lista de revista de los que forman ya en ese Tercio celestial que vela por toda nuestra
familia legionaria. Entre ellos, Isidro Perez Molina. Nos dejó un caballero español, un legionario de corazón y espíritu que desde
su balcón en el balneario de Sierra Alhamilla quiso y cuidó a su Legión. Descansen todos ellos en paz. Finalmente, desde estas
líneas y con una especial mención hacia aquellos que en ejercicios y operaciones estáis sirviendo a nuestra Patria en los lugares
de mayor riesgo y fatiga alejados de vuestras familias, quiero transmitiros nuestros mejores deseos para el Año Nuevo, esperando
que hayáis pasado una Feliz Navidad.
Marcos Llago Navarro
Un fuerte abrazo legionario para todos
Vuestro General
2 553 · IV-2020 La Legión