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H A S TA S I E M P R E A D O S V I E J O S
I N F A N T E S L E G I O N A R I O S
Suboficial mayor Prudencio Carvajal Bombillar
Grupo Logístico
En estos meses de pandemia, hemos despedido por pase a
la reserva, a dos suboficiales del Grupo Logístico. Como diría
el subteniente Juan Carlos García Graviotto, «ahora, como
los mejores vinos, somos de reserva».
Todas las despedidas son algo acongojantes, y más si los
despedidos son dos suboficiales de la talla del ya mencionado
subteniente Graviotto y el subteniente Francisco Javier
Álvarez Ferrer.
Han sido y siguen siendo dos infantes con letras mayúsculas.
Dos infantes de los de «cabeza de Pelotón». En sus empleos
de sargento y sargento 1º, al frente de sus pelotones aportaron
alegría, entusiasmo y esfuerzo a todos los soldados y legionarios
que pasaron por sus manos, y a sus unidades entregaron
esfuerzo, juventud y profesionalidad. Esos primeros años donde
los sargentos disfrutan de sus compañeros, de sus pelotones
y de sus unidades, rondando los veinte años, se fueron
perfilando como verdaderos jefes de pelotón, como ejemplares
suboficiales, hasta hacerse hombres. Tal fue así que se consiguieron
casar y, sus sufridas esposas, consiguieron terminar
de hacerles verdaderos hombres.
El Tercio 3º les dio a ambos la posibilidad de «vacilar» con el
gorrillo ladeado y la verde camisa abierta. Durante el empleo
de sargento 1º, pudieron disfrutar al pertenecer a la élite de las
unidades del Ejército y hacerse infantes legionarios.
Como «hijos de la Básica», participaron en las primeras misiones
de nuestro Ejército por tierras Balcánicas, se curtieron
como militares y como sargentos entre los años 1998 y 2000.
Acabada la más incipiente juventud, ambos en su nuevo empleo
de brigada, aunque por tierras distintas, Graviotto por Almería
y Ferrer por Melilla, desarrollaron sus aptitudes de infantes
en unidades de servicios de Base. Esas unidades de
nuestro querido Ejército que muchos añoran cuando están en
maniobras durmiendo en una zanja empapados, y nadie quiere
cuando se les ve en incesante «enfado», pululantes por la
Base. Ambos brigadas salieron airosos en sus destinos y un
nuevo ascenso los volvió a poner a cientos de kilómetros de
sus destinos. El subteniente Graviotto cruzó el charco para llegar
a tierras lejanas, con el ceño fruncido y recibido por una
gran nevada un 16 de febrero, para enamorarse después, de
las tierras canarias. Volvía a ser infante de regimiento, de esos
subtenientes de infantería que, durante las maniobras, nadie
los ve acostarse en la tienda y nadie los ve cuando salen de
ella. ¡Y mejor así! Más ahora con las tiendas tan pequeñas que,
junto con las rodillas tocadas, la barriga casi descontrolada, la
espalda esclerótica y… y el subteniente Ferrer con su merecida
«estrella de cinco puntas con techo» se va a Madrid, donde
dicen que es el cementerio de subtenientes. « ¡Quien entra de
subteniente ya no sale vivo…!» En la DIPE, Dirección de Personal,
no se pintaba la cara, ni iba al tiro, ni comía latas de ración,
pero…. nos ayudaba a todos los demás cuando teníamos
problemas o dudas en todas las cuestiones de personal, que
son un suplicio para los suboficiales de las unidades. Siempre
estaba Javi Ferrer para echarnos una mano.
No hace falta contar las medallas que pueden lucir en sus pechos,
pues ya las lucen en sus espíritus henchidos y tampoco
las misiones lejos de nuestra Patria por Kosovo y Bosnia
o Afganistán y Líbano porque ya nos contarán sus peripecias
cuando los veamos.
Tras sus periplos profesional por nuestra «Piel de Toro», La
Legión y concretamente nuestro querido Grupo Logístico los
iba a juntar. En el año 2016 arriba con su mochila cargada el
subteniente Graviotto y al año siguiente el subteniente Ferrer.
Uno le ha dado al Grupo Logístico alegría y humor, el otro simpatía
y gracia, ambos profesionalidad, experiencia, sinceridad
y lealtad. Gracias a estos dos viejos infantes, curtidos en distintas
unidades de nuestros Ejército, La Legión es un poco mejor.
¡Gracias a los «dos viejos legionarios infantes»!
¡Hasta siempre!
553 · IV-2020 61 La Legión