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UN PIONERO DE LA PSIQUIATRÍA MILITAR
Mª Luisa Alonso
Escritora
En 1922 un año después de la tragedia de Anual, España
vive conmocionada bajo el peso de este terrible
suceso que llenó de luto miles de hogares, superando
en dolor y postración a lo que la generación anterior
vivió en Cuba y Filipinas, y que parece abatirse como
un destino fatal sobre la sociedad española.
La ciudad de Melilla padece urgentísimas necesidades
sanitarias, sus hospitales han sido desbordados por
la ingente avalancha de heridos que llegan, ya que el
débil tejido sanitario existente
ha desaparecido
dejando solo los hospitales
de Melilla para hacer
frente a este trágico
imprevisto. Los oficiales
médicos han fallecido en
un número tan elevado
como no había sucedido
nunca, y los heridos han
quedado abandonados a
su suerte, sin los auxilios
de la ciencia, ni los de su
fe religiosa, porqué también
los capellanes han
muerto en la tragedia.
Los cuarteles que han
quedado vacíos, porque
la tropa ha muerto en los
campos del Rif, han sido
convertidos en hospitales
improvisados. Los
refuerzos llegan desde la
península que se vacía
de sus médicos militares
para ir van destinados al
territorio tan duramente
afectado.
Así las cosas, en julio de
este año se presenta en
la plaza de Melilla un joven
oficial médico, Luis
María Alonso Alonso
destinado como tantos
otros con carácter forzoso.
Inicialmente el Jefe
de Sanidad, le asigna la
jefatura de la Clínica de
Presos y Dementes de
este hospital militar y de
la 5ª destinada a cirugía.
En el momento de su llegada, el nuevo alto comisario
general Burguete, que ha sustituido al general Berenguer,
ha realizado una reorganización de las fuerzas
de la Comandancia de Melilla, por la que se trata de
acrecentar la seguridad en los caminos y que las columnas
tuvieran constante movilidad. En consonancia
con estas directrices, el teniente médico recién llegado,
se incorpora a la Plana Mayor del Batallón Expedicionario
Otumba 49 en Monte Arruit, lugar ya casi
sagrado y en el que el recuerdo de la reciente tragedia
sobrecoge el ánimo de todos. El ambiente cerrado de
un hospital que esperaba encontrar ha cedido al de
los campos y poblados abiertos en los que empieza a
forjarse la vocación de un médico militar.
La nueva orientación política del alto comisario unidas
a las inevitables diferencias
de criterio en el seno del gobierno,
favorece la insumisión
de los rifeños, cuyo líder Abdel
Krim, había acrecentado
su poder y adquirido gran relevancia
internacional, por lo
que aumenta su hostigamiento
a nuestros puestos más
avanzados, especialmente el
de Tizzi-Assa, lo que obliga
a defender estas posiciones.
El principal objetivo en estos
momentos era asegurar este
fuerte, que tenía una extraordinaria
importancia política
y militar y que ya en octubre
había sido ocupada por
La Legión. Tizzi-Assa es un
imponente macizo de difícil
defensa y más difícil aprovisionamiento,
tal y como había
sucedido dos años antes
con Igueriben. En esa abrupta
zona montañosa se emboscaban
los rifeños y desde ella
partían para detener los avances
españoles.
Luis Alonso influido por la recientemente
terminada I Guerra
Mundial o Gran Guerra,
en la que la Psiquiatría dio
un importantísimo avance,
al descubrirse un mal en los
combatientes desconocido
hasta entonces, que se empezó
a denominar, «neurosis de
guerra» o «fatiga de combate
», y que llenó los hospitales
de enfermos con esta desconocida
patología, que los dejaba incapaces de volver
a combatir, en estos momentos presta sus servicios
en el campamento de Segangan, desde el que escribe
al teniente coronel Valenzuela, jefe del Tercio de
Extranjeros, solicitándole «por circunstancias y miras
científicas especiales» ser destinado a cualquiera de
sus banderas.
553 · IV-2020 85 La Legión