combinada han sido batidos
con superioridad de número»
(11). En esas condiciones, ata-cados
desde varias direccio-nes,
poco más podían hacer
los marinos españoles que
cumplir lo prescrito en las
Reales Ordenanzas de 1802:
«Nunca se rendirá a fuerzas
superiores sin cubrirse de
gloria en su gallarda resisten-cia
». Pero, ¿eran esas con-diciones
verdaderamente ine-vitables?
Sin duda Valdés
creía que no.
Si, desde la distancia que
da el paso del tiempo, quere-mos
hacer justicia a Cayetano
Valdés, podemos encontrar un
rasgo que le diferencia de la
mayoría de sus compañeros de
infortunio. Mientras muchos
comandantes se esforzaron por
mantener su puesto en forma-ción,
con valentía que muchas
TEMAS GENERALES
Antonio de Escaño (1850), por José Sánchez.
(Museo Naval de Madrid)
veces llegó al heroísmo, solo unos pocos, con Valdés a la cabeza, demostraron
ser capaces —ya fuera en San Vicente o en Trafalgar— de tomar la iniciativa
táctica. Solo unos pocos dieron prueba de tener la vocación y la capacidad de
maniobrar sus buques para elegir dónde debían presentar combate. Una elec-ción
que, en el caso de Valdés, no siempre fue afortunada pero que, invaria-blemente,
llevó a nuestro héroe al costado de un enemigo.
Decisiones difíciles
El azar quiso que Valdés sobreviviera a Trafalgar. Azar afortunado solo en
parte, porque al ya jefe de escuadra —ascenso con el que se recompensó su
actuación heroica en la batalla— le tocó vivir algunos de los peores momentos
de la historia de España y que le obligaron a tomar decisiones todavía más
difíciles que las que dieron brillo a su carrera naval.
(11) O’DONNELL, Hugo: La Campaña de Trafalgar.
2022 465