OPINIÓN
Cabe suponer que hay una relación casi proporcional entre dichas fuerzas y el número y entidad de los buques,
porque no hay necesidad de disponer de apostadero alguno si no hay barcos y el tamaño de aquellos ha de estar necesariamente
ligado al número y desplazamiento de las unidades. De esa forma, pudiera parecer que del total de la plantilla
de una marina un determinado porcentaje debería ser en buena lógica la IM asignada a la protección de barcos e instalaciones
críticas.
La IM en su papel más ofensivo
Sin embargo, la infantería de marina no solo garantiza la seguridad de las bases navales y embarca en los barcos de
guerra
para formar los trozos de abordaje, para reforzar los puestos de seguridad en los zafarranchos de combate (tan
necesario conforme la automatización induce la reducción de tripulaciones) o para protegerlos cuando navegan en
aguas concurridas y cerradas o están atracados en puertos inusuales o apostaderos de fortuna.
La IM es también la fuerza de combate que pone pie a tierra cuando el mando exige que se proyecte el poder naval
en tierra, sea como refuerzo o socorro para la defensa de nuestras gentes, fronteras o intereses frente a una eventual
agresión exterior, o sea como consecuencia de la necesidad de pacificar o interponerse bajo mandato internacional en
un conflicto determinado, de rescatar o evacuar nacionales o ciudadanos europeos de zonas en peligro, o de proporcionar
ayuda humanitaria en caso de catástrofe natural (o bélica).
También para obtener información sobre el terreno, sabotear determinadas infraestructuras militares o de comunicación,
ocupar una cabeza de playa, un puerto o un aeropuerto para facilitar el acceso de una fuerza expedicionaria del
Ejército, si bien cuando la entidad del contingente requerido y la duración de la misión son limitadas, esa labor puede
corresponderle al propio Tercio de Armada, capaz de adaptar el tamaño de la fuerza de intervención al cometido
concreto de que se trate.
Pero no parece plausible que el uso de la entera brigada se contemple como el evento más probable, por lo que se
recurrirá casi siempre a unidades más reducidas, que no perderán por ello las características propias de la IM, que al
margen de su sello espiritual y de su elevado nivel de instrucción, consiste, por un lado, en la capacidad de desmenuzarse
en contingentes operativos cada vez más pequeños y por otro, en encuadrar pese a ello elementos de apoyo a la fuerza
que les permite combatir por sus propios medios en todos los ámbitos. Como se ve, nada de lo que no dispusieran
sus antiguos predecesores en los tercios.
De esa forma, cualquiera de los batallones de fusiles que integran la brigada puede constituirse en el núcleo de un
batallón reforzado de desembarco (BRD) que incluya compañías o secciones, según el caso, de reconocimiento, logística,
36 BOLETÍN DE LA INFANTERÍA DE MARINA
Infantes y buques, eso es la Armada (MVG)