en los puestos, guardias y puertas de las plazas haya siempre granadas para
lo que ocurriere. Y para alentarlos a este servicio, en lugar de ventaja se les
podría doblar la ración del pan, por remuneración y alivio de la fatiga que
tuvieren en las correrías y otras facciones». Así, se puede apreciar que realmente
lo que les diferenciaba de los soldados ordinarios era una mayor
ración de pan. Lo cual seguramente sería de gran importancia en la época.
Estas compañías se formaban seleccionando de cada compañía de fusiles
del batallón a once soldados y un cabo. Sus mandos eran un capitán, un
teniente y dos sargentos, y solían ser los más antiguos de todo el batallón.
Los granaderos también se distinguían del resto de los soldados por llevar
un gorro2 con un diseño especial, sin alas, llamado birretina, que sustituía a
los gorros de dos picos del resto de la tropa, ya que esta singular prenda no
les impedía lanzar granadas con el brazo. También llevaban una bolsa de
cuero con una decena de granadas, llamada «bolsa granadera», y un
mechero de latón con cuerda y mecha. Estas compañías de granaderos eran
consideradas las «manos de sus generales» y eran empeñadas en la batalla
en los lugares de mayor riesgo.
Algo más de un siglo después, mediante la Real Orden de 5 de agosto de 1789,
denominada «Nueva planta de granaderos para los Batallones de Marina», se
consideró necesario determinar ciertos privilegios para los granaderos del Cuerpo
tras haberse comprobado que «en los Batallones de Marina los soldados de
talla que hacen el servicio de granaderos no gozan ningún aumento al prest3 de
fusileros, resultando que cuando cumplen el tiempo de su empeño usan de la licen-cia
absoluta para tomar partida en los regimientos del Ejército», a pesar de que
eran soldados seleccionados para realizar una labor más distinguida. Señalándose
entonces hasta cuál debería ser su sueldo y distintivo desde ese momento:
«Ha resuelto el Rey que en cada compañía de los Batallones de Marina haya
nombrados de plaza fija, un cabo primero, otro segundo y dieciséis soldados, para
servir de granaderos en los casos que fuere necesario, debiendo llevar en la vuelta
de la casaca, una granada abierta de estambre o lana amarilla, con un cordón de
oro al canto para que los diferencie de los fusileros, y con el goce al mes de 67 reales
de vellón el cabo primero, 57 el cabo segundo y 48 el granadero». Este salario era
un aumento considerable en el sueldo mensual de los granaderos con respecto al
de los fusileros, aunque seguía siendo un sueldo menor al que cobraban los
granaderos del Ejército, que era de justo tres reales más en cada empleo.
Como hemos visto, el distintivo de los granaderos de Marina era una
BOLETÍN DE LA INFANTERÍA DE MARINA 5
granada abierta.
Cuenta la tradición que, en reconocimiento a la conducta de las tropas de
Marina que defendieron La Habana del asalto británico del verano de 1762,
el rey Carlos III le otorgó al Cuerpo la denominación de «Real», quedando
vinculado así especialmente a la Corona desde entonces. Vinculación que les
permitía a sus miembros disfrutar de ciertas ventajas, tales como ser juzgados
por tribunales especiales o tener prioridad en el pagamento, entre
otras. Motivo por el cual, se empezaron a utilizar galones flordelisados4 en
muchos elementos de la uniformidad, para dejar constancia de esa estrecha
relación con la monarquía. En la confección de las sardinetas, que se
declararon reglamentarias para los granaderos de Marina tras la publicación
de la Real Orden de 28 de noviembre de 1808, también se utilizaría
este galón flordelisado.
LAS SARDINETAS DEL...
Bocamanga de Granadero de Marina
Infante de Marina de 1815
(dibujo de J. M. Bueno)
2 Normalmente forrado de pelo de oso, según nos cuenta la tradición.
3 Haber o sueldo que se le entregaba en mano al soldado.
4 Aquéllos que incorporan el dibujo de la flor de lis, símbolo de la dinastía borbónica.