recibió el impacto de un proyectil de 15,24 centímetros en la amura de babor, a un metro y medio sobre la flotación, y a
las 11 y cinco recibió otro del mismo calibre en la cara de proa de la chimenea, que rompió sus estructuras, lanzó cascotes
y metralla en todas direcciones, mató a dos hombres e hirió a otros veintinueve —muchos de ellos del cañón número
4 de 120 milímetros donde Lois servía de telefonista, y otros del cercano cañón número 2 del mismo calibre—, dañó
los puentes, y dejó fuera de servicio una ametralladora de 40 milímetros. Uno de los cascotes penetró por la parte alta
de la caja de urgencia cercana al cañón número 2 de 120 milímetros, que contenía proyectiles iluminantes en las chilleras
altas y de alto explosivo en las bajas, incendió un cartucho de los iluminantes y el proyectil hizo explosión.
El peligro de que se produjeran explosiones y los consiguientes incendios era enorme, por lo que el comandante de
la batería pidió voluntarios para arrojar inmediatamente los proyectiles de la caja de urgencia al agua. Acudieron con
rapidez los hombres que estaban más cerca, y el primero en llegar y abrir la caja fue Lois. La caja de urgencia despedía
humo, estaba abombada por el incendio y cerrada con una sola trinca, que al ser zafada, debido a la presión interna
abrió de forma violenta con una llamarada que dio de lleno a Lois y prendió fuego en su ropa. A pesar de las quemaduras
y con la ropa ardiendo, el soldado extrajo a toda prisa un proyectil al rojo para tirarlo al agua, y corrió envuelto en
llamas hasta que cayó abrasado en cubierta, donde fue asistido por sus compañeros, que lo despojaron de sus ropas y lo
trasladaron a la enfermería. La rápida apertura de la puerta de la caja de urgencia hizo que la materia iluminante de que
estaba impregnada por la explosión se esparciera por cubierta, lo que permitió el apagado del fuego y facilitó la extracción
de los restantes proyectiles, con lo que desaparecieron los riesgos de explosiones.
El combate, que produjo la desbandada del convoy republicano, continuó en diferentes etapas hasta poco después
de las siete de la tarde. Falleció uno de los heridos en el impacto de la chimenea, y mientras tanto, el soldado de Infantería
de Marina Manuel Lois García agonizaba a causa de las graves quemaduras sufridas. El informe dado por el capitán
médico Antonio Ramos, firmado en la mar aquel 7 de septiembre de 1937, entre otros detalles decía: «Manuel Lois
García, quemaduras de primero, segundo y tercer grado, generalizadas por todo el cuerpo. Herida contusa en el reborde
costal izquierdo. Pronóstico gravísimo».
Los días siguientes
Poco después del mediodía del día siguiente, 8 de septiembre, murió otro de los heridos. A las 5 de la tarde, el Balea-res
recibió la orden de dirigirse a Cádiz para evacuar las bajas, y cuatro horas más tarde falleció el soldado Lois. El
Comandante del Baleares, capitán de navío Vierna, informó inmediatamente al almirante de la Flota sobre el acto heroiHISTORIA
Traslado de los restos de Lois a su villa natal Órdenes, el 29 de junio de 1965. (Foto Tercio Norte)
64 BOLETÍN DE LA INFANTERÍA DE MARINA