NUESTROS LEGIONARIOS
CABO MAYOR ANTONIO RODRÍGUEZ CORONADO
F U E C O N O C E R T E . . .
No puedo asegurar si fue La Legión la que me encontró a mi o
yo a ella. Nunca se me pasó por la cabeza entrar en esta gran
familia. Fue cuando estando destinado en la Escuela Logística,
en Madrid, conocí a varios cabos 1º del Tercio 3º que venían
a realizar el curso de monitor de autoescuela. Ellos fueron
quienes me hablaron de su vida diaria y del orgullo que supone
ser legionario. La forma en la que me transmitían lo que ellos
sentían me produjo una mezcla de curiosidad y fascinación.
Despertó en mí el entusiasmo por conocer eso de lo que tanto
hablaban y decidí solicitar vacante, incorporándome en junio
de 1999 al Tercio Don Juan de Austria.
Llegué a la VIII Bandera y, por mi especialidad, me dijeron que
tenía que integrarme en el 2º escalón de mantenimiento, ya que
soy mecánico de vehículos. Me admiró la entrega en el trabajo,
era todo muy metódico y concienzudo. Al poco tiempo llegaron
los despliegues a zona de operaciones. El primero a Kosovo,
del que guardo gratos recuerdos como el excelente trato que
tenía la población civil hacia nosotros. Los fines de semana, y
si la situación lo permitía, jugábamos al futbol contra militares
de otros países, en el que alguna vez yo hacía de árbitro
«imparcial». La segunda vez estuve en Macedonia, donde el
volumen de trabajo era considerable, ya que reparábamos los
blindados de todos los puestos. Fue donde más aprendí sobre
mecánica en vehículos blindados. Mi tercera misión fue en Irak,
de donde volví con 15 kilos menos, debido a la climatología
de la zona. Jamás he sentido el calor tan seco y tan fuerte
sobre mi piel, era capaz de derretir el cubrebocachas del fusil.
Allí también estuve en un 2º escalón de mantenimiento,
en el que éramos un equipo muy cohesionado, llevando a
la práctica muchos de los espíritus del Credo Legionario. Mi
último despliegue fue en la República Democrática del Congo.
Nos llamó la atención (con nuestra mentalidad europea), que la
población, y en especial los niños, con tan poco que tenían, se
les veía felices y siempre muy agradecidos por cualquier gesto
que tuvieras con ellos.
Con motivo de mi ascenso en 2007, me vi en la situación de
pedir destino, la Compañía de Transmisiones de La legión,
aparecía como una posibilidad, y sin dudarlo solicité la vacante,
que más tarde me fue concedida. Ya en la Unidad pude ver
de primera mano lo importante que es mantener al personal
constantemente instruido, renovando los conocimientos
sobre transmisiones y equipos. Aunque mis funciones dentro
de la Compañía iban más encaminadas a procedimientos
administrativos, pasé algunos años encuadrado en la 2ª
Sección.
Puedo decir, bajo mi experiencia personal, que los cambios no
son malos, nuevos retos, nuevas personas… No dudé tampoco
cuando salió publicada una vacante para mi empleo en la
Bandera de Zapadores de La Legión, en la que actualmente
me encuentro destinado.
Tras tantos años de servicio, son muchas experiencias
vividas, que han contribuido a formarme, profesional y
personalmente. He tenido, y tengo, la suerte de aprender tanto
de mis subordinados como de mis mandos. La amistad, el
compañerismo, el honor, la lealtad y la entrega no son solo
palabras, son sentimientos que he experimentado, y que aún,
están presentes en mí día a día. Aquello de lo que me
hablaron era tan cierto que hoy soy yo el que trato de
infundir lo mismo a las nuevas damas y caballeros legionarios.
38 I-558