NUESTROS LEGIONARIOS
C . L . J O R G E A L A R C Ó N M I Ñ A R R O
PRIMEROS PASOS LEGIONARIOS
Cuando llegué a Álvarez de Sotomayor, en Viator, junto con el
resto de mis compañeros de ciclo, el día 2 de noviembre de
2021, lo hice con una mezcla de emociones en mi mente al no
saber qué futuro nos depararía La Legión.
Se entremezclaban, la pasión y las ganas por estar allí, con
el respeto que nos da servir a nuestro país en tan histórica
unidad. Y es que veníamos de una fase específica del Centro de
Formación de Tropa (CEFOT), donde ya teníamos una relación
algo más estrecha con los cuadros de mando, y estábamos
más familiarizados con el día a día de lo que hasta la fecha
pensábamos que era la vida militar.
Una vez leí una frase de esas que circulan por internet que, en
mi opinión, refleja cómo podría ser el periodo en la Unidad de
Formación de Adaptación Legión (UFAL), y que rememoro con
todo el respeto del poco tiempo que llevo encuadrado en las filas
de esta gloriosa unidad como es La Legión española. Aquella
frase decía: «Tú, que con solo oír tú nombre a muchos causas
temor, pues no hay mayor ignorancia en el ser humano que
juzgarte sin haberte conocido».
Esto, según mi opinión, quiere decir que llegamos desde la vida
civil con una serie de prejuicios hacia esta unidad, siempre temida
por su dureza, por ser férrea en su disciplina y por su espíritu de
sacrificio, como es bien sabido por todos los legionarios.
El último sentimiento previo a la incorporación, es esa
incertidumbre que nos genera salir de nuestra zona de confort,
algo que supone conocer a nuevos mandos, nuevos compañeros
y nuevas instalaciones.
Con el avance de los días y de las semanas de UFAL, los nervios
se fueron templando y, en muchos casos, desapareciendo. Y
es porque se empezaron a forjar las relaciones con los que
fueron nuestros primeros mandos legionarios y que algunos, por
suerte, hemos hemos conservado una vez nos incorporamos a
nuestras secciones orgánicas.
Los primeros días fueron duros, pues era necesario igualar el
exigente nivel de trabajo que tiene La Legión. Llegaba con unas
ganas y una pasión tremendas, fruto de la sensación de estar
alcanzando un objetivo con el que se sueña desde pequeño.
En mi caso, que pernoctaba en la compañía de la UFAL, debido
a que soy de fuera de Almería, estaba expectante por aquellas
anécdotas que había oído, algunas exageradas, y otras no tanto,
de ciertas situaciones que nos podrían ocurrir para ponernos a
prueba e intentar llevarnos al límite. Algo que, bajo mi humilde
punto de vista, es lo que se busca en este periodo de adaptación.
En las siguientes semanas pasamos por numerosas formaciones
tanto a nivel de combatiente, como de historia de la unidad. Un
ejemplo es el orden cerrado específico de La Legión, puesto
que es muy diferente al del resto de unidades. También salimos
varias veces al campo de tiro donde pudimos practicar distintos
tipos de ejercicios.
De manera especial, me quedo con un día en el que hicimos
una continuada durmiendo al raso unas horas para descansar.
Aquella fue una jornada realmente dura en lo físico y lo
psicológico, no solo por los kilómetros recorridos, sino también
por la falta de sueño y, por supuesto, por la expectación de lo que
podría pasar en cualquier momento. Sin lugar a duda, recuerdo
de aquella noche mi mayor lección, y es por eso que le tengo
especial cariño, que el compañerismo es lo más importante y en
esos momentos es lo que te hace más fuerte y te da el aliento
necesario para seguir avanzando.
Finalizada tras siete semanas, nuestra formación, el 16 de
diciembre de 2021 llegó el tan ansiado Alta Legionaria. Día
donde el orgullo y el honor cobran sentido y no puede ser
igualado por nada de lo vivido anteriormente, ya que desde
entonces lucimos diariamente ese gorrillo legionario que tanta
historia y honor, pasado y presente, lleva consigo.
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