NUESTROS LEGIONARIOS
S A R G E N T O 1 º L U I S I M B R O D A G A R C Í A
«...CULTO AL VALOR»
Dijo nuestro fundador, el teniente coronel José Millán-Astray y
Terreros, «Habrás de rendir culto al valor».
Soy el sargento 1º Luis Imbroda García, destinado en el Grupo
de Artillería de La Legión, actualmente comisionado en el
Cuartel General de la BRILEG. Desde hace unos años soy
entrenador de fútbol sala, lo cual compagino con mis tareas
profesionales y familiares.
Hace tiempo, decidí formarme en la que siempre había sido
mi pasión, el fútbol. Inicié mi formación en 2013 obteniendo
un título que me acreditaba para poder entrenar categorías
bases y escuelas deportivas, pero siempre con la mirada
puesta en poder obtener alguna formación mayor, cuando el
tiempo y la experiencia me lo permitieran. El pasado año 2020,
aprovechando la situación de sanitaria que vivimos, obtuve
el título de entrenador nacional «B» de fútbol sala, pudiendo
acceder a entrenar categorías superiores.
Esta pasión nació allá por los años 90, cuando aún se podía
jugar en las calles y plazas, y cuando no necesitábamos más
que una pelota de futbol y cuatro piedras para montar un gran
partido con tus amigos. Jugábamos todos los días, hasta la
puesta de sol, hasta que tu madre te diera una voz por la
ventana para decirte que ya era la hora de la ducha.
Cuando en de junio de 2021 me ofrecieron la oportunidad
de entrenar al equipo del CD Vícar Juvenil de 1ª andaluza
para la temporada 21/22. Mucha gente desconoce el trabajo
que un entrenador lleva detrás, organización, preparación,
entrenamientos, viajes… Pero hay algo para lo que apenas te
preparan, inculcar valores. La competición es bonita, y cuando
eres pequeño no entiendes su significado real, pero con los
años y la experiencia de tus propios pasos, te das cuenta que
competir es todo en la vida. Una oposición no deja de ser una
competición, incluso en nuestro ámbito militar, competimos a
diario, por ser mejores y llegar cuanto más arriba posible en tu
evaluación para el ascenso, p.ej. Pero la competición está mal
enfocada si no se aplica con unos valores.
Como indicaba en el inicio del este artículo, no se entiende
La Legión, sin el valor de sus legionarios, pero no el valor
ciego y feroz, «…un valor sereno, tranquilo, ecuánime, sin
exaltaciones ni depresiones, sin despreciar al enemigo si fuere
poco, sin temerle cuando sea mucho». Estas son las palabras
con las que el teniente coronel Millán-Astray definió el culto al
valor de sus legionarios.
Cuando alguien toma la decisión de llevar las riendas de
un grupo de adolescentes, cuyo objetivo principal es la
competición de un deporte, debe plantearse qué camino seguir
para alcanzar esos objetivos deportivos y yo lo tuve claro desde
el primer momento, debía trabajar la competición acompañada
de esos valores que La Legión me ha enseñado. Tengo por
delante una difícil tarea, pero a los legionarios nos gustan los
puestos de mayor riesgo y fatiga.
Cuando en julio empezamos la pretemporada, ya sabía que
no iba a ser fácil, entrenamientos, viajes, partidos, lesiones,
cabreos, alegrías, derrotas, victorias y todos aquellos
contratiempos que surgen en cualquier grupo, pero siempre
con el espíritu de marcha por delante, «Jamás un legionario
dirá que está cansado, hasta caer reventado…». Hasta hoy,
he centrado mi labor no solo en la formación táctica y técnica
del equipo, también en trabajar mucho la motivación, intento
hacerles ver que la vida es una pelea continua y que nadie
regala nada, que las batallas se ganan luchando en equipo y
dándolo todo por el mismo.
Esta es mi pequeña historia deportiva, de la cual me siento
muy orgulloso. Desde estas humildes líneas les invito a
cualquier partido que juguemos en el Pabellón José Cano, en
La Gangosa, Vícar, mi segunda familia, la familia legionaria,
siempre será bienvenida.
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