Mañé-Seró M.C. y Vives-Vallés M.A.
común y verdadero, este último de carácter crónico. Especifica
sus síntomas en los cuatro grados de la enfermedad, desde el
primero con síntomas diversos, el segundo solo con destilación
nasal, el tercero en que la destilación puede ser purulenta junto
con problemas respiratorios con posible pulmonía y lamparones,
hasta el cuarto grado, que raramente llevará a la curación del
animal siendo lo más frecuente su muerte. Indica Martín que
cuando la enfermedad se manifiesta incurable, el veterinario
«debe sacrificar el animal para evitar los riesgos de contagios
funestos que pueden acontecer».20 Sigue con el tratamiento ade-cuado
a cada fase del proceso, que incluye sangrías, sedales, pur-gantes,
lavativas y baños entre otras medidas, incluyendo varias
112 Sanid. mil. 2021; 77 (2)
recetas. Fundamental es la parte final que detalla las medidas
a tomar tanto si el animal cura como si muere, y que consisten
en derribar los pesebres, picar las paredes de la cuadra y revo-carlas
de nuevo, desempedrar y volver a empedrar la cuadra,
quemar todos los arreos del animal, pasar por el fuego las pie-zas
metálicas y, por último, lavar las vestiduras de las personas
que hayan estado cuidando al animal y evitar su contacto con
los animales sanos durante quince días. No hay duda de que
la impresión y difusión por toda la isla de estas instrucciones,
encargadas y mandadas traducir por el consistorio, contribuyó
en gran medida a que toda la población tomara conciencia de la
gravedad de la epizootia y a su erradicación.
Fig 2. Página 3 del discurso sobre el muermo