176 opinión la desinformación rusa en su contexto histórico
La desinformación
rusa en su contexto
histórico Guillem Colom Piella
Doctor en Seguridad Internacional
revista de aeronáutica y astronáutica / marzo 2021
Advertida con sorpresa durante la invasión de Crimea
y popularizada tras los comicios presidenciales
estadounidenses de 2016, la desinformación producida
por Rusia está de moda. Se cita en los debates
políticos y se percibe con preocupación por la Unión
Europea o la Alianza Atlántica, hasta el punto de que
ambas la consideran como una de las mayores amenazas
para la estabilidad del continente. Aunque
muchos la consideran como algo novedoso por la
eficaz explotación de internet,
esta tiene un largo historial
cuyos orígenes se remontan
a la antigüedad clásica y sus
antecedentes más directos a
las actividades de la policía
secreta zarista.
Aunque China, cuya relación
con esta herramienta como
arma de guerra viene de
la mano del maestro Sun Tzu
en el siglo VI o V a.C., parece
estar disputando el trono
de la desinformación digital
a Rusia. Moscú concibió
estas técnicas en el siglo
XIX, las codificó tras la revolución
rusa, las utilizó durante
la Guerra Fría y las ha
adaptado al mundo virtual hasta el punto de que
muchos actores han emulado sus tácticas, técnicas
y procedimientos1.
Aunque popularmente se las defina como «desinformación
», estas actividades que combinan desinformación
con propaganda, manipulación o falsificación
documental entrarían dentro del marco
de las «medidas activas». Empleadas para apoyar
las labores de propaganda, influencia, subversión y
desestabilización, las medidas activas serán el objeto
de este artículo que expone la continuidad existente
en las tácticas, técnicas y procedimientos empleados
para diseminar la desinformación (rusa).
La desinformación contemporánea arrancó
con la Tercera Internacional (1919) para apoyar
la subversión comunista. Cuatro años después,
el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos
(NKVD) creó una oficina específica para coordinar
la desinformación soviética, un conjunto
de actividades que englobaban la distorsión de
hechos y la propagación de rumores. Definida
por el KGB como «…la invención de datos para
generar, en la mente del adversario,
imágenes incorrectas o imaginarias
de la realidad para que
este tome decisiones beneficiosas
para Moscú»2, la desinformación
se distinguía de la propaganda
política por su origen encubierto
y difusión clandestina.
Con el inicio de la Guerra Fría,
el KGB creó el departamento D
(desinformatsiya) para organizar la
desinformación, en coordinación
con el Departamento Internacional
del Partido Comunista y bajo
la autoridad del Politburó. Sin embargo,
en la década de 1960 esta
unidad dependiente del primer
directorado del KGB –encargado
de las operaciones en el exterior–
se transformó en el departamento A (aktivnyye
meropriyatiya o medidas activas) para confundir a
la inteligencia estadounidense sobre sus actividades
reales3. Definidas por el KGB como «…labores
para influir sobre la vida política del país objetivo
… engañando al adversario, erosionando y
debilitando sus posiciones, rompiendo sus planes
hostiles o logrando otros fines»4, las medidas activas
aparentemente comprendían una amplia
gama de operaciones de influencia para apoyar
la subversión y desestabilización de los enemigos
de Moscú5. Fue en aquel momento cuando
Washington adoptó esta idea que había sido uti-