revista de aeronáutica y astronáutica / marzo 2021
la misión SunRISE 225
recibidas por los seis CubeSats, de
modo que sea posible inferir el lugar
de origen de los gigantescos estallidos
de partículas que constituyen las
tormentas solares, y además, estudiar
su evolución a medida que se van
alejando del Sol y la radiación se distribuye
por el espacio hasta alcanzar
la Tierra y más allá. Esta información
será crucial para ayudar a determinar
qué fenómeno físico provoca las emisiones
y las acelera, provocando esos
grandes chorros de radiación capaces
de afectar, como se ha dicho, a la
electrónica de los satélites espaciales,
dañar las redes eléctricas y afectar a la
salud de los astronautas. Se cree que
estos chorros siguen las líneas del
campo magnético solar, que se extiende
a lo largo del sistema planetario, así
que los miembros de la misión SunRISE
confeccionarán por vez primera un
mapa de la disposición y extensión de
tales líneas magnéticas.
VIAJE ORBITAL
La misión que llevará a los satélites
hacia el espacio dependerá de
las necesidades de un satélite comercial
construido por la compañía
estadounidense Maxar, aún no
identificado oficialmente. El cohete
lanzador tampoco ha sido seleccionado
todavía pero deberá tener
la potencia suficiente para situar a
su carga en la ruta de transferencia
prevista. Se trata de un satélite de
comunicaciones geoestacionario, y
por tanto, operará desde una altitud
de unos 36 000 km sobre el ecuador
terrestre, lo que permitirá que permanezca
Las sondas Parker y Solar Orbiter, a pesar de
acercarse mucho al Sol, no tendrán a su alcance
el tipo de información que capturará
la misión SunRISE. (Imagen: Solar Orbiter:
ESA/ATG medialab; Parker Solar Probe:
NASA/Johns Hopkins APL)
inmóvil sobre una región
del planeta. Los cohetes que lanzan
este tipo de satélites sitúan a sus cargas
en rutas de transferencia geoestacionaria,
con una perigeo bajo, de
unos 200 a 400 km, y un apogeo de
36 000 km. La carga útil se ocupará
después de convertir esta órbita en
circular, usando su propio sistema
de propulsión instalado a bordo. En
Justin Kasper, de la Universidad de Michigan, es el responsable de la propuesta de misión.
(Imagen: U. Michigan)