que, dicho de paso, parecen demasiados. Y los
hombres de Magallanes, nerviosos al ver a
tantos indios en la playa, dispararon sus armas
fuera de distancia, mientras avanzaban peno-samente
por el agua, hasta quedarse algunos
de ellos sin municiones. Y Lapu-Lapu, al
comprobar que los disparos de los españoles
no les hacían nada, y al ver que sus flechas
tampoco alcanzaban a los españoles, decidie-ron
avanzar por el agua para rodearlos.
De esta manera, ambos contendientes
llegaron al cuerpo a cuerpo. En un principio,
las lanzas de caña, flechas y piedras de los
indios, rebotaban en las protecciones de los
españoles. Pero los indios repararon en que
los podían herir en las piernas o en cara, que
no tenían protección, y fue lo que hicieron.
Por otra parte, por su indumentaria reconocie-ron
a Magallanes, que se convirtió en el blan-co
de sus ataques.
Al parecer, en plena pelea, Magallanes
resultó alcanzado por una flecha en una pier-na.
Fue entonces cuando, tras una larga lucha,
agotadas las municiones y haciendo frente
solo con armas blancas a un número muy
superior de indígenas, Magallanes dio la
orden de retirada. Pero al poco tiempo fue
herido de nuevo en la cara, repelió nuevos
ataques, recibió más heridas en piernas y
brazos, cayó al suelo y fue rematado por
varios indígenas.
Muchos de los españoles comenzaron la
retirada, y los que estaban al lado de Magalla-nes
también decidieron retirarse sin poder
rescatar el cadáver del marino, que fue lleva-do
por los indígenas, que también se retira-ron.
Entre españoles e indios bautizados,
murieron en el combate unos 12, y los demás
resultaron heridos en su mayor parte, aunque
se salvaron, porque los indígenas se centraron
en dar muerte a Magallanes y en retirarse con
su cadáver y armas.
Mientras se desarrollaba el combate, los
tripulantes de las chalupas lo siguieron desde
la distancia sin poder hacer nada. No pudie-ron
disparar sus lombardas, porque al princi-pio
estaban fuera de alcance, y más adelante
podían herir a su propia gente. Finalmente,
los supervivientes se pudieron poner a salvo
en las tres chalupas y en las embarcaciones
de los hombres de Cebú.
El combate de Magallanes contra Lapu-Lapu en
una ilustración por Francisco V. Coching que sirvió
para confeccionar el sello de 15 de noviem-
bre de 2004.
El cronista Pigafetta, escribió que el
combate había durado una hora, que de los 12
expedicionarios muertos, ocho eran europeos
y cuatro indios bautizados, y que 15 hombres
de Mactán también resultaron muertos. A
decir verdad, los resultados resultan un tanto
chocantes, ya que en casi una hora de lucha de
1.500 indios de Mactán contra medio centenar
de expedicionarios, hubo solo 27 muertos: 15
de Lapu-Lapu y 12 de Magallanes, él inclui-do.
Por muy rudimentarias que fueran las
armas de los indios, no parecen cifras reales.
Seguramente no eran tantos los indios atacan-tes,
que, por otra parte, parece que se confor-maron
con matar al jefe enemigo.
Aunque los españoles trataron de nego-ciar
la devolución del cadáver de Magallanes,
Lapu-Lapu se negó en redondo, diciendo que
su gente no devolvería el cadáver del portu-gués
«ni a cambio de todas las riquezas del
mundo... Pretendían conservarlo como un
monumento». Y los restos de Magallanes
jamás fueron recuperados.
LA MAR EN LA FILATELIA
580 Abril