sus misiones y cometidos en un clima de incertidumbre,
volatilidad, complejidad y ambigüedad (VUCA) que caracteriza
a los entornos operativos actuales.
El desempeño de un liderazgo adecuado por parte de
oficiales, suboficiales y tropa es determinante para ejercer
el mando y asegurar el correcto funcionamiento de
las unidades en cuantas misiones les sean asignadas1.
La profesión militar favorece la creación y la aparición
de líderes, ya que el ejercicio del liderazgo se lleva a
cabo dentro de una institución jerarquizada, disciplinada
y unida, formada por estructuras orgánicas y operativas
y con unas relaciones de autoridad bien definidas
basadas en la jerarquía, en escenarios de conflicto que
obligan a tomar decisiones rápidas, trascendentes y, en
la mayoría de los casos, sin la supervisión de los escalones
superiores, en un contexto operativo muy complicado
y que no tiene límites claramente establecidos.
El concepto de liderazgo ha evolucionado a lo largo de
la historia al igual que otros aspectos tales como la doctrina,
la orgánica, el armamento, material y equipo. El
tradicional combate convencional con grandes unidades
enfrentadas en los campos de batalla ha dado paso
a conflictos de tipo asimétrico o híbrido, en los que los
límites entre situaciones de paz y guerra están difuminados
e interrelacionados, con multiplicidad de actores
actuando en un mundo global e interconectado y en los
que los escenarios dejarán de tener las tres dimensiones
tradicionales (terrestre, naval y aérea) para pasar a enmarcarse
además dentro de otras componentes, tales
como el espacio, el ciberespacio y el ámbito cognitivo2.
En este contexto, los jefes de todos los niveles, pero especialmente
en los escalones más bajos, deben ejercer
un liderazgo en consonancia con el nuevo mando orientado
a la misión, en el que son imprescindibles, entre
otros, el conocimiento del propósito del mando, la iniciativa
y la confianza mutua entre todos los escalones.
Liderazgo Legionario basado en el ejemplo
Este concepto, aunque de plena actualidad hoy, no es
nuevo, y era ya puesto en práctica, con matices, por los
mandos de La Legión desde su fundación para crear un
particular estilo de mando que ha pervivido a lo largo
de sus ya cien años de historia y ha instaurado una verdadera
escuela que crea impronta entre todos los que
han tenido el privilegio de servir en sus filas.
LA LEGIÓN, UNA UNIDAD
DIFERENTE
Desde un principio, su fundador, el teniente coronel
Millán-Astray, la concibió distinta, compuesta por una
tropa aguerrida, táctica y técnicamente muy preparada,
bien equipada y moralmente fuerte para estar dispuesta
al máximo sacrificio, el de la propia vida, sin más recompensa
que la de ostentar el título de caballeros legionarios,
que desde entonces distinguiría a una casta
inigualable de guerreros.
Por todo ello, tuvo muy claro que debía dotarlos de una
mística que les sirviese de norte y de guía en su trayectoria,
plasmada en el Credo Legionario, maravilloso
catecismo de la liturgia legionaria y que, en palabras
del propio fundador, constituye el «alma espiritual de
La Legión, médula y nervio, alma y rito de ella»3, en el
que se rinde culto al valor, al honor, a la disciplina, al
compañerismo y a la Bandera, enseña sagrada de la
En escenarios de conflicto las decisiones deben ser tomadas,
a menudo, sin la supervisión de los escalones superiores
Revista Ejército 951 Extra Junio 2020 25