cada vez que coincidimos y nos confundimos con otros
españoles. De todo lo que podemos ofrecer a la sociedad
española, lo principal es la eficacia en el combate:
para eso fue creada y por eso ha resistido el paso del
tiempo, que en lugar de debilitarla la ha reforzado. El espíritu
redentor presente en toda la mística legionaria, en
el cancionero legionario y sus himnos, en la literatura legionaria
y, en alguna medida, en el cine legionario, cuaja
en la imagen de alguien que purga sus pecados y mitiga
su dolor con la entrega de su vida en combate. Todo ello
forma parte de la ética y estética legionarias; no obstante,
tampoco podemos olvidar —de hecho, ya se ha señalado—
que la Legión es un instrumento de integración
social y ha reforzado el compromiso de los legionarios
con la sociedad de la que forman parte. De ese modo,
frente a retos tales como la integración de la mujer en
las Fuerzas Armadas o la del personal extranjero procedente
de países históricamente vinculados a España, La
Legión ha reaccionado con rapidez y eficacia.
Rendir homenaje a nuestros muertos y a cuantos sirvieron
con honor, al mismo tiempo que exaltar la amistad y
el compañerismo: eso es precisamente lo que La Legión
hace siempre en sus actos solemnes. Al honrar a los
que han caído, la mística legionaria alcanza su máxima
expresión y se ve plenamente satisfecha.
La Legión, reforzada por la gran Familia Legionaria,
por las ciudades legionarias, por el asociacionismo
legionario, por las hermandades del Cristo de la Buena
Muerte y de otras advocaciones que mantienen vínculos
estrechos con ella, por la generosidad de los antiguos
legionarios y el reconocimiento de la sociedad
española, cada vez que puede renueva su juramento y
su disposición a morir en el combate sirviendo a España
y a sus ciudadanos.
Sin duda, los primeros cien años de historia de nuestra
Legión se resumen en el cumplimiento de lo ordenado
con la mejor disposición y espíritu de entrega. Ese es
el objetivo de La Legión, que trae a la memoria un sinfín
de episodios en que los legionarios se enfrentaron
a todas las vicisitudes imaginables y pusieron a prueba
su bravura y su generosidad. En los últimos años,
La Legión ha sabido adaptarse a un mundo cambiante
y participa en una diversidad de operaciones militares
en países lejanos; en ellos, defiende los valores de la
España democrática integrada en los principales organismos
internacionales. En esas ocasiones, La Legión
demuestra la vigencia del Credo Legionario, que, en
su defensa a ultranza de la disciplina, exige el cumplimiento
del deber en cualquier lugar y situación. Pero
La Legión mira también al futuro en el marco del proyecto
Fuerza 35, que reafirma su consideración como
fuerza de vanguardia y tiene en cuenta el carácter innovador
de La Legión y la experiencia y capacidad acumuladas.
Como ha recordado nuestro general jefe de
Estado Mayor del Ejército, el factor humano continúa
siendo la clave en un mundo en continua evolución, en
el que la milicia, en consonancia, tampoco ha dejado
de transformarse.
Legionarios a luchar, Legionarios a morir: es el viejo
lema que, sintetizando el Credo Legionario, nos enardece,
ya sea en el frente de batalla o en el quehacer diario
de las unidades. Es el lema del presente, el pasado
y el futuro; es la misma humildad con que el fundador
de La Legión finalizó sus días, dejando dispuestas sus
últimas voluntades, en las que habla de perdón y caridad
y dicta lacónicamente su epitafio: «Millán-Astray,
Legionario». Es el último apunte a su Credo Legionario,
un mensaje de humildad que alcanza a todos los militares
y civiles de espíritu Legionario, de hoy y de mañana.
Con este espíritu, que incide en la íntima satisfacción
que supone el deber cumplido y tiene presentes los valores
de los que nos ocupamos en esta Revista, invito
a fundir nuestras voces en una sola para dar los tradicionales
vivas legionarios: ¡Viva España! ¡Viva el Rey!
¡Viva La Legión!■
Revista Ejército 951 Extra Junio 2020 9