han convivido estrechamente, compartiendo trabajo y el escaso tiempo libre en la base. A la derecha, recogida de excrementos de pingüino para
dado seguimiento, como el estudio del permafrost y otros análisis geológicos, geotérmicos y oceanográficos.
De vuelta a Decepción, se siguió con
el protocolo, rodeando primero la isla por
la parte exterior para vigilar su estado
geológico y entrando después en el anillo
interior para recoger todos los datos de
las estaciones sísmicas y analizarlos antes
de bajar a tierra. Estudiadas las cifras, el
Comité Polar Español dio el 24 de enero
su visto bueno desde Madrid y los militares
bajaron rápidamente con unos cuantos
víveres, en vista de que se acercaba
otro temporal. No se pudo descargar
más porque se empezó a poner mala mar,
pero se abrió oficialmente la base Gabriel
de Castilla y se izó la Bandera.
El personal estuvo dos días en el interior
de las instalaciones, con vientos de
130 kilómetros por hora, mientras el buque
daba vueltas por la bahía esperando
a que el temporal amainara. El 27 de
enero amaneció mejor, por lo que militares
y científicos se afanaron entonces en
descargar rápidamente el resto.
El agua se tuvo que traer del lago Zapatilla,
a un kilómetro de la base, para lo
que hay que llevar hasta allí una tubería
calefactada. También hubo que limpiar
y poner en marcha dos grandes grupos
electrógenos, además del resto de sistemas.
Con las necesidades básicas cubiertas,
los militares pudieron iniciar el
28 de enero las actividades de apoyo a la
comunidad científica.
CUALIFICACIÓN
En el grupo de militares había especialistas
en comunicaciones, mantenimiento,
navegación, logística, movilidad en
la nieve, alimentación o sanidad. Entre
cerca de 200 voluntarios se eligió inicialmente
a trece miembros del Ejército de
Tierra, que realizaron una preparación
previa en España, en la cual se incluía
una fase de navegación en O Grove
(Pontevedra) y otra de adiestramiento
en condiciones de frío y con nieve o hielo
en el Pirineo oscense. Por la pandemia,
el número de militares desplazados a la
Antártida se redujo finalmente a nueve.
Los investigadores en la isla Decepción
han sido tres vulcanólogos de la
Universidad de Granada, dos sismólogos
de la Universidad de Cádiz y un químico
del Instituto de Ciencias Marinas
de Andalucía; después se incorporaron
otros tres científicos, procedentes de la
base Juan Carlos I. Su labor ha permitido
el seguimiento de la actividad sísmica,
la continuidad en la realización de
series temporales geológicas, geotérmicas
y oceanográficas iniciadas en años
anteriores, el estudio del permafrost o
suelo congelado y el avance en el proyecto
PiMetAn (Pingüinos, Metales,
Es la operación
en activo más
antigua de
nuestras Fuerzas
Armadas
APERTURA DE LA BASE
Los nueve militares —entre ellos el jefe
de la base, comandante José Ignacio
Cardesa— y seis científicos viajaron el
3 de enero en avión desde Madrid hasta
Punta Arenas, en la Patagonia chilena,
para iniciar una cuarentena estricta antes
de embarcar, el siguiente día 17, en el
Buque Oceanográfico Sarmiento de Gamboa,
del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC). Después de
una travesía por el Mar de Hoces, que
separa Sudamérica de la Antártida, llegaron
el 23 a Decepción. Esta isla es, en
realidad, el cráter de un volcán emergido
cuya caldera se encuentra inundada,
debido a que parte del cráter está por
debajo del nivel del mar.
En Decepción no se pudo desembarcar
por el amarillo del semáforo con el
que se cerró la anterior campaña, sistema
que describe de manera sencilla, a través
de colores (verde, amarillo, naranja
y rojo), el nivel de actividad volcánica.
Con ese color, el protocolo obliga a colocar
unos sensores primero en la isla sin
llegar a entrar al cráter, que hoy es una
bahía, y dejar que recopilen información.
Por eso, el Sarmiento de Gamboa continuó
su rumbo hacia la otra base española, la
Juan Carlos I en la isla Livingston, en el
mismo archipiélago de las Shetland del
Sur, donde sí desembarcaron las trece
personas destinadas allí, entre personal
de mantenimiento y científicos. Esta
base la gestiona la Unidad de Tecnología
Marina del CSIC, que dirige también la
logística general de la campaña.
Marzo 2021 Revista Española de Defensa 23