fuerzas armadas
Los ejercicios de tiro en nieve y las marchas de doble
jornada en el Pirineo oscense forman parte del módulo
específico de la fase invernal del curso, que se realiza
entre enero y febrero.
«Nuestro objetivo —dice el capitán
Acuña, profesor de táctica, en nombre
de los once componentes del cuadro
docente del curso— es conseguir
que estos oficiales y suboficiales sepan
aprovechar las ventajas tácticas que
el terreno montañoso les ofrece y sus
oportunidades de infiltración, tanto en
época estival como invernal, de día y
de noche».
Han de ser capaces de acceder a los
lugares más insospechados. «Una zona
pasiva, por donde el enemigo no espera
que nadie progrese, se convierte en
una posible vía de incursión para alcanzar
un objetivo o para llevar hasta
allí a otra unidad o levantar un observatorio
de vigilancia», añade el comandante
Egea.
El COVID-19 ha vaciado de aficionados
al deporte blanco las pistas de
Candanchú. Únicamente el rugido del
motor del trineo articulado, el TOM, y
los disparos de los alumnos rompía el
silencio del valle una tarde gris de principios
del pasado mes de febrero. «Estamos
solos», decía entonces el capitán
Molinero, aludiendo al aislamiento que
caracteriza el trabajo de las unidades
de montaña.
Para el director de la EMMOE, coronel
José Chaín, este escenario constituye
«una auténtica escuela de mandos»,
donde los oficiales y suboficiales «se desbravan
viviendo muchas experiencias,
asumiendo muchos riesgos, tomando
muchas decisiones y aplicando procedimientos
descentralizados del escalón
superior, lo que requiere mucha iniciativa
». Es así como estos militares «se ganan
la confianza de su gente, la tropa,
como verdaderos líderes», apostilla el
subdirector, teniente coronel Soto.
José Luis Expósito
Fotos: Pepe Díaz
Marzo 2021 Revista Española de Defensa 33